Síntomas: La vida de un analista financiero de Wall Street empieza a desmoronarse cuando su departamento se infesta de mosquitos.
Diagnóstico: Odio a los mosquitos. Bueno, no los "odio" realmente; sería irracional odiar una clase de insectos que solo siguen sus instintos naturales. Sin embargo, desde niño sufro los ataques de estos molestos bichos, y ningún remedio ha funcionado para aliviar la situación. Lo he probado todo: insecticida, velas y plantas de citronela, múltiples marcas de repelente, trampas tecnológicas y caseras, ingestión de vitamina B, etc. Lo único que medianamente funciona es un ventilador para alejarlos de mi cama, pero incluso eso tiene límites. Según lo que he leído, hay gente con química cutánea favorable para los mosquitos; y mi mamá sufría lo mismo, así que debe ser genético.
Sirva este indulgente prólogo para explicar mi atracción/revulsión por Mosquito State, un fascinante thriller cuyo oblicuo argumento y pesadillesca lógica nos retan a descifrar sus obtusas alegorías. ¿Qué representan exactamente los mosquitos? ¿Existirá una conexión real entre el protagonista y la "mente colectiva" que infesta su departamento? ¿O serán síntomas del remordimiento que siente por la inevitable catástrofe que amenaza al mundo?
Supongo que la respuesta más obvia es que los mosquitos representan a los parásitos financieros que consumen a sus víctimas sin pensar en el futuro. Una vez que encuentran el medio apropiado de cultivo (por ejemplo, la ambición desmedida de Wall Street), comienza una reacción en cadena que conducirá a la irremediable destrucción del ecosistema económico. O algo así. Como dije, Mosquito State no es particularmente lúcida sobre sus intenciones; pero eso es parte esencial del misterio que me atrapó de principio a fin, aunque a veces no entendía lo que ocurría en la pantalla.
Desde un punto de vista más literal, Mosquito State muestra el colapso mental de Richard Boca (Beau Knapp), un analista financiero tímido y socialmente inepto, pero muy valioso por su habilidad para crear modelos matemáticos que predicen los movimientos del mercado de valores. En una industria definida por arrogancia y ostentación, Richard es una anomalía que sus colegas solo toleran por su talento para hacer dinero. Entonces Richard conoce a Lena (Charlotte Vega) en una fiesta, y la lleva a su departamento de Central Park. Pero no van solos... también los acompaña un mosquito oculto en la ropa de Richard. Y así comienza la infestación que cambiará su vida... y quizás al mundo entero.
En el papel principal, Beau Knapp eleva la introversión a niveles virtuosos, con un lenguaje corporal que manifiesta la incomodidad de Richard en situaciones sociales; después de todo, la interacción humana es un enigma que no puede resolverse con fórmulas matemáticas... ¿o tal vez sí?
Mosquito State es una producción polaca filmada en inglés, con espectaculares locaciones neoyorquinas; pero hasta los créditos derraman la peculiar sensibilidad del cine de arte europeo. El director Filip Jan Rymsza y su equipo técnico crearon un impresionante estilo visual que me recordó otros thrillers psicológicos estacionados en la difusa frontera entre realismo y fantasía, como Swallow, Jumbo, y Little Joe. Tan solo las imágenes y efectos especiales de Mosquito State bastarían para recomendarla, incluso si no tragamos su confusa narrativa y ambiguo mensaje. Finalmente, como eterna víctima de los mosquitos, Mosquito State me ayudó a entenderlos mejor, y hasta apreciar su delicado ciclo de vida. Simplemente están haciendo lo mismo que nosotros, pero sin la hipócrita máscara de la civilización.
Calificación: 8.5