Síntomas: En la década de los ochentas, Jacob Yi (Steven Yeun) y su familia emigran de Corea del Sur a los Estados Unidos para iniciar una nueva vida como granjeros; pero alcanzar sus metas será más difícil de lo que esperan.
Diagnóstico: A pesar de los constantes problemas que sufre la familia Yi durante su tortuosa adaptación a un nuevo entorno, el director Lee Isaac Chung mantiene el subtexto de la historia firmemente enfocado en las virtudes básicas de la inmigración: sin importar sus diferencias superficiales, la gente de todo el mundo comparte las mismas aspiraciones de libertad, prosperidad y felicidad; y todas las culturas se enriquecen con nuevas ideas que sirven como base de futura innovación. En otras palabras, Minari es un excelente drama familiar con un mensaje positivo... aunque podría volverse controversial por las variadas opiniones que mucha gente tiene sobre la inmigración en el clima político actual.
Pero, bueno... el punto de Minari no es repetir esa discusión, sino mostrarnos la integración de una familia desde una perspectiva libre de prejuicios: la de David (Alan Kim), el pequeño hijo de Jacob (Steven Yeun), cuya inocencia y curiosidad le permiten enfrentar los retos cotidianos con inesperada objetividad, desde el casual racismo de otros niños, hasta la enfermedad que amenaza su vida cada vez que quiere correr, brincar, o actuar como cualquier niño de su edad.
Ese punto de vista infantil no impide que Minari examine las experiencias de los adultos, incluyendo las agrias discusiones entre Jacob y su esposa Monica (Yeri Han) sobre las decisiones que los llevaron al estado de Arkansas, y la obsesión de Jacob con una granja al borde de la bancarrota, cuando ambos podrían tener una mejor vida como "sexeros" de pollos (una ocupación real que consiste en determinar el sexo de los pollitos para "descartar" a los machos, ya que no son útiles para la industria alimenticia) (Aunque no hay escenas de crueldad animal, ese detalle me deprimió durante toda la película).
Entonces, aunque Minari emplea numerosos clichés del "cine inmigrante" (por llamarlo de algún modo) (algunos ejemplos: The Immigrant, In America y His House), su propósito no es explorar el proceso en general, sino mostrar la desmoralizante realidad de una familia en particular, cuyo padre es demasiado orgulloso para admitir que la ambición y la tenacidad ya no bastan para alcanzar el "Sueño Americano".
La sensible dirección de Chung se complementa con actuaciones maravillosamente auténticas de Steven Yeun (Jacob), Yeri Han (su esposa Mónica), Alan Kim (David, el hijo menor) y Noel Kate Cho (Anne, la hermana mayor). Sin embargo, los que se roban la película (en mi humilde opinión) son Yuh-jung Youn en el papel de la Abuela, cuyo implacable pragmatismo resulta muy útil para navegar los altibajos de una nueva cultura; y el genial Will Patton como Paul, el humilde y devoto trabajador que contrata Jacob para ayudarlo en la granja. Estos dos personajes representan los temas que mencioné al principio, mientras que la familia Yi se encarga de generar emociones universales que resuenan en nuestra conciencia a pesar de su inusual fusión de factores (por ejemplo, las sutiles diferencias entre el cristianismo coreano y la versión "hillbilly" de Arkansas).
Finalmente, conviene advertir que Minari es una película lenta y en ocasiones pesada, con una estructura dividida en episodios que pueden interrumpirse antes de alcanzar su clímax dramático, o cambian de dirección para reflejar la impredecible vida en la granja. Pero a fin de cuentas la cinta funciona en múltiples niveles, y aprovecha el extraordinario talento al frente y detrás de las cámaras para expresar ideas relevantes en cualquier cultura o situación. Claramente Minari merece todos los aplausos y nominaciones que está recibiendo; pero también es una de esas películas que no quiero volver a ver jamás.
Calificación: 9