Síntomas: Después de perder a su madre, la joven Estella (Emma Stone) creció en la calle robando carteras con ayuda de sus cómplices Jasper (Joel Fry) y Horace (Paul Walter Hauser); pero eventualmente Estella cumple su sueño de trabajar en el estudio de la Baronesa (Emma Thompson), la diseñadora de modas más influyente de Londres. Sin embargo, los sueños a veces se convierten en pesadillas.
Diagnóstico: Recurriendo de nuevo a la analogía culinaria, podría decir que Cruella es como un mediocre plato demasiado sazonado, y servido en un opulento restaurante repleto de amenidades para desviar nuestra atención de que estamos comiendo las sobras de ayer. Y, francamente, el truco funciona bastante bien, pues a pesar de su irregular libreto y huecas emociones, Cruella es un espectáculo sensorial muy entretenido gracias a todo aquello que nos distrae de la historia principal. "Forma sobre fondo", de la mejor manera posible.
Un buen ejemplo de esas "amenidades" es la banda sonora integrada por canciones que se encargan de evocar las emociones requeridas por cada escena. Así, el director Craig Gillespie (I, Tonya, The Finest Hours) no necesita crear atmósfera ni desarrollar a sus personajes, pues puede simplemente poner una ominosa canción de The Doors (Five to One) cuando introduce a la Baronesa (Emma Thompson); o aprovechar la rebeldía feminista de Nancy Sinatra (This Boots Are Made For Walking) cuando Estella (Emma Stone) desobedece a sus superiores y sigue su propia inspiración creativa; o canalizar el blasfemo humor de los Rolling Stones (Sympathy for the Devil) para establecer la ambigua moralidad de un personaje en peligro de seguir sus más bajos instintos. ¡Las canciones hacen el cine muy fácil! No sé por qué no las utilizan más directores.
Ah, claro. Dinero. Por suerte Gillespie cuenta con los ilimitados recursos de Disney para pagar licencias a diestra y siniestra, hasta llenar la película con icónicas melodías que resuelven las carencias del libreto.
Y lo mismo podemos decir del fastuoso diseño de producción, los increíbles efectos especiales que recrean el período post-mod/punk de Londres a principios de los setentas (o algo así... Cruella no es muy precisa en su cronología), y el talento del elenco que no necesita buen material porque pueden rescatar la película con su encanto y carisma personal.
Desde luego las dos Emmas (Thompson y Stone) son la atracción principal de Cruella, y se ganan su sueldo a pulso en escena tras escena de combates verbales, fabulosa actitud, e inflexible convicción para respaldar sus cuestionables acciones. La Baronesa desarrolló una coraza de arrogancia y egoísmo como defensa contra sus críticos y competidores; mientras que Estella debe cruzar frecuentemente la línea de la decencia para alcanzar el éxito en la despiadada industria de la moda. Cruella funciona gracias a estas dos actrices, y su desempeño basta para recomendar la película.
Sin embargo no son las únicas. Joel Fry (In the Earth) y Paul Walter Hauser (Richard Jewell) balancean el cinismo de Cruella con grandes dosis de humor y calidez; Mark Strong y Kayvan Novak demuestran que el autoritarismo corporativo no está exento de humanidad; y, como cereza del pastel, tenemos un excelente reparto canino que prácticamente se roba la película: Buddy (Bobby) es el fiel compañero de Estella; y Wink (Bluebell) es el cómplice de Jasper y Horace que les ayuda a ejecutar sus mejores "golpes". También merecen mención Amber, Siren y Captain como tres feroces dálmatas (presagio de cosas por venir) que no son exactamente malos, sino víctimas de las circunstancias.
Lo cual me lleva a la pregunta más grande que tenía antes de ver Cruella: ¿Cómo podrían conciliar esta pícara "historia de origen" con la psicosis perricida de Cruella De Vil en One Hundred and One Dalmatians (1961)? La respuesta es muy simple: es mejor no pensar en eso. Y, en vista de todas las distracciones, chispeantes actuaciones, e impresionantes imágenes que ofrece Cruella, no tengo objeción con esa ignorancia voluntaria del atroz futuro que le espera a Estella.
Finalmente, para no terminar con esa nota amarga, aplaudiré la sutil conexión que tiene Cruella con Lady and the Tramp, otra versión "live action" de un clásico animado que disfruté más de lo que esperaba. Me gustó que ambas pertenezcan al mismo universo (al menos esa es mi hipótesis), no solo por sus personajes caninos, sino porque comparten una visión más "madura" de fábulas infantiles que ameritaban un ajuste para sensibilidades contemporáneas. Ninguna de las dos fue perfecta, pero funcionan bien en sus propios términos. El dinero de Disney triunfa de nuevo.
Calificación: 8.5