Síntomas: Detroit, 1954: un misterioso benefactor contrata a los delincuentes Curt (Don Cheadle) y Ronald (Benicio Del Toro) para obtener un documento secreto de la empresa General Motors; pero el plan se complica por la insaciable ambición de todos los involucrados.
Diagnóstico: Después de varias películas "experimentales" (filmadas con técnicas semi-caseras), Steven Soderbergh regresa al cine tradicional con No Sudden Move, un meticuloso "noir" adornado con excelente estilo visual, fantásticas actuaciones, y un mensaje importante para el futuro de nuestra sociedad.
Sin embargo, la calidad de sus ingredientes no bastaron para hacer No Sudden Move tan apetitosa como yo esperaba. De ninguna manera es una mala película, pero siento que no alcanzó el suspenso e intensidad de los mejores thrillers criminales (algunos de los cuales dirigió el mismo Soderbergh, como Traffic y Out of Sight). En otras palabras, admiré el espíritu de la película, pero me decepcionó su ejecución.
No Sudden Move empieza con una oferta de trabajo para Curt Goynes (Don Cheadle) y Ronald Russo (Benicio del Toro), dos criminales vagamente conectados con el crimen organizado de Detroit... pero la colaboración no es muy prometedora porque Russo apenas puede disimular su racismo. Sin embargo, el trabajo paga bien, y es muy simple: lo único que tienen que hacer es vigilar a la familia del ejecutivo Matt Wertz (David Harbour) mientras roba un documento de la caja fuerte de su oficina. Y, naturalmente, el plan falla catastróficamente, iniciando una cadena de revelaciones, traiciones y sorpresas que involucran figuras importantes de la mafia y de la industria automovilística. Ah, y también interviene el policía Joe Finney (Jon Hamm), quien podría estar trabajando para alguno de los criminales, o para todos, o para nadie.
Por el lado positivo, Soderbergh es un excepcional director que sabe construir escenas simples y elegantes, con gran valor narrativo y emocional. Por mucho que se complique el argumento (escrito por Ed Solomon), nunca perdemos de vista la motivación de cada personaje ni sus objetivos dentro del gran golpe. Y, como siempre, Soderbergh reunió un destacado grupo de actores que maneja con igual pericia, balanceando su desarrollo individual con los requerimientos globales del misterio. Todos hacen un buen trabajo, aunque destacan Don Cheadle y Benicio del Toro como socios renuentes; Brendan Fraser (prácticamente irreconocible) como el contacto entre los delincuentes y su enigmático jefe; David Harbour como el ejecutivo de General Motors con sus propios secretos; y Ray Liotta como uno de tantos intermediarios que quieren manipular la situación para su beneficio personal. Sin embargo, probablemente ninguno entiende cabalmente la conspiración en la que participan (incluyendo al público), pero es muy entretenido seguir su desarrollo y eventual resolución que no deja ganadores, sino solo sobrevivientes en esta competencia de engaños y mentiras.
A fin de cuentas disfruté No Sudden Move escena por escena, pero siento que le faltó el toque mágico de Soderbergh. O tal vez el comentario social perdió impacto por tardar tanto en manifestarse. Como sea, seguiré viendo las películas de Steven Soderbergh porque, independientemente de los resultados, admiro su visión y audacia para explorar nuevas fronteras del arte cinematográfico... aunque en ocasiones se pierda en el camino.
Calificación: 8
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