Síntomas: Decepcionado por la inacción del gobierno norteamericano, el Agente Tim Ballard (Jim Caviezel) inicia su propia misión para combatir el tráfico de niños en Sudamérica.
Diagnóstico: Al igual que ha ocurrido con otras películas "controversiales", Sonido de Libertad resultó bastante inocua a pesar del furor mediático que despertó en los Estados Unidos hace algunos meses. Y, como el furor es irrelevante para la experiencia cinematográfica, no perderé tiempo repitiéndolo aquí.
La auténtica cuestión es: ¿fue Sonido de Libertad una buena película? Creo que no, en mi humilde opinión; pero merece respeto por crear conciencia sobre la horrible situación del tráfico sexual infantil, enfocándose en un individuo que arriesgó su vida y su carrera para hacer lo que el gobierno era incapaz de realizar. Y si bien su vigilantismo tuvo buenos resultados, el problema aún persiste, y ahí es donde radica la relevancia de la historia.
Habiendo dicho eso... Sonido de Libertad me pareció un blando drama libre de tensión y energía, filmado con toda la creatividad de una telenovela vespertina; pero, eso sí, dispuesto a manipular las emociones del público ("¿Qué harías si fuera tu hija?") para provocar una reacción visceral, no solo a la tragedia del tráfico humano, sino a la apatía de las autoridades para comprender su magnitud. Lamentablemente un crimen que trasciende fronteras jurisdiccionales es muy difícil de combatir con eficiencia y rapidez.
Por eso el Agente Tim Ballard (Jim Caviezel) decide tomar la Ley en sus manos (con apoyo de algunos cuestionables aliados) para neutralizar un cartel de traficantes operando en diversos países sudamericanos, donde secuestran menores y los someten a una pesadilla viviente de abuso y explotación.
Para variar, no sé qué tan fiel a la realidad sea el argumento de Sonido de Libertad (al final de la película hay escenas del auténtico Tim Ballard declarando frente al Congreso de los Estados Unidos), pero el libreto escrito por Rod Barr y el director Alejandro Monteverde tiene la estructura clásica de un thriller directo a video, con personajes estereotípicos y escenas pre-fabricadas que hemos visto en incontables cintas de "rescate imposible". Esas modestas B-Movies pueden ser bastante buenas cuando la visión del cineasta se conjuga con sólidos valores técnicos y un reparto comprometido con sus papeles; sin embargo Sonido de Libertad se queda corta en todos los niveles, ya sea como simple aventura escapista o como drama de prestigio; aunque, para ser justos, el tema del tráfico infantil es demasiado serio para trivializarse en un simplista formato de entretenimiento popular.
Por el lado positivo, Jim Caviezel entrega una emotiva actuación en un mediocre papel, y lo apoya un carismático reparto secundario que se roba sus escenas. Entre ellos: Bill Camp como "Vampiro", un narcotraficante retirado que supo canalizar su experiencia en el bajo mundo de Cartagena; Gustavo Sánchez Parra como "El Calacas", el despreciable "fixer" que puede conseguir cualquier cosa que le pidan; y Yessica Borroto como "Giselle" el atractivo rostro (literal y figurado) del cartel de tráfico sexual.
En resumen: Sonido de Libertad me pareció un típico caso de "mucho ruido y pocas nueces". No es una terrible película, y podría recomendarla para quienes sientan curiosidad por la controversia que despertó (para bien o para mal); y para aprender más sobre el escabroso tema del tráfico sexual infantil (aunque un artículo de Wikipedia sería más realista y menos tendencioso). La aclamación que Sonido de Libertad está recibiendo por parte de ciertas facciones políticas parece desproporcionada respecto a sus virtudes intrínsecas; pero después de tantos "blockbusters liberales", es justo que el otro lado tenga su propio hito cultural. Son tan escasos...
Calificación: 7
Hola Pablo!! consulta... a que te referís al "otro lado"? gracias.
ReplyDeleteSaludos Hugo desde la Argentina.