Síntomas: En el año 2056 la contaminación atmosférica tiene a la humanidad al borde de la extinción; pero los científicos de la estación espacial Rubikon trabajan incansablemente para encontrar una solución. Y entonces pierden contacto con la Tierra.
Diagnóstico: La producción austriaca Rubikon confirma la capacidad de ese país para competir a nivel internacional (ya lo había demostrado con el notable thriller psicológico Goodnight, Mommy), ofreciéndonos una fascinante cinta de ciencia ficción con altos valores de producción, un excelente reparto multi-nacional (aunque se filmó principalmente en inglés), y una historia rica en ideas sobre el futuro de la humanidad cuando finalmente reconozcamos que "respirar es más importante que las ganancias corporativas".
No se preocupen; el mensaje ecológico de Rubikon se mantiene en segundo plano mientras la directora Leni Lauritsch se enfoca en el conflicto de tres astronautas a bordo de una estación espacial obsoleta y deteriorada, tratando de decidir si vale la pena arriesgar sus vidas por una civilización en camino a la extinción.
La Comandante Hannah Wagner (Julia Franz Richter) llega a la estación Rubikon con el biólogo Gavin Abbott (George Blagden) para evaluar el sistema de oxigenación renovable basado en algas marinas que inventó el doctor ruso Dimitri Krylow (Mark Ivanir), el cual podría resolver la crisis ambiental del planeta. Pero antes de que Wagner pueda revisar los resultados del experimento, la estación pierde contacto con la Tierra, dejándolos a la deriva (literal y figurada), con escasas probabilidades de supervivencia.
La primera mitad de Rubikon me gustó mucho por el desfile de emergencias y dificultades técnicas que la tripulación deben resolver a base de ingenio, valor, y un poco de suerte. Habiendo dicho eso, Lauritsch y su co-guionista Jessica Lind se tomaron bastantes libertades con las leyes físicas que complican la vida a bordo de una estación espacial (por ejemplo, el uso de "gravedad artificial" para evitar el gasto de filmar a los astronautas flotando en microgravedad simulada); pero no me molestaron estas concesiones, ya que la historia capturó mi interés desde el principio, y desvió mi atención de las falacias científicas... hasta cierto punto.
Desafortunadamente Rubikon pierde fuerza en la segunda mitad por dedicar demasiado tiempo a los debates prácticos y filosóficos que básicamente le dan vueltas a la misma pregunta: ¿permanecer en la estación y sobrevivir, o arriesgarse a una muerte casi segura para darle una pequeñísima esperanza a la raza humana? Generalmente aprecio las reflexiones de la ciencia ficción sobre los problemas del presente y sus soluciones en el futuro. Sin embargo Rubikon extendió demasiado su función analítica, confundiendo el enfoque de la premisa, y frenando el flujo natural de la historia. Solo al final recupera el rumbo para llegar a un final lógico y ligeramente manipulador... pero bastante satisfactorio, en mi humilde opinión.
Y ni siquiera he mencionado los fantásticos efectos especiales y el diseño de producción que retratan con gran detalle e imaginación la vida en el espacio, el funcionamiento de la estación espacial, y los efectos de la contaminación en la atmósfera terrestre. Todo lo cual me permite recomendar Rubikon como una sólida experiencia de ciencia ficción "seria", con algunos tropiezos que empañan levemente el resultado final. Solo hay que tener un poco de paciencia... y una visión objetiva de los vicios humanos que podrían llevarnos a este trágico futuro. Para bien o para mal, esa fue la parte más creíble de la cinta.
Calificación: 8
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