Síntomas: Durante los años 80s, la joven Maren Yearly (Taylor Russell) inicia un viaje para investigar el origen de sus tendencias caníbales, y eventualmente conoce a Lee (Timothée Chalamet), un vagabundo que comparte su insaciable apetito de carne humana.
Diagnóstico: El asunto del canibalismo sugiere una sangrienta película de terror, pero Hasta los Huesos se acerca más al sub-género de "parejas fugitivas" (como Badlands, The Getaway y Bonnie and Clyde), donde la pasión de los protagonistas alimenta una malsana obsesión (o viceversa) que los separa de la sociedad y conduce inexorablemente a un trágico final... ¿o tal vez a un final feliz? Todo puede suceder en la guerra y el amor.
Estrictamente hablando, "caníbal" no es la palabra apropiada para definir a Maren Yearly (Taylor Russell), pero explica la precaria situación familiar que la separó de su padre Leonard (André Holland). Y, cuando Maren busca a su madre para encontrar las respuestas de su origen, conoce a Lee (Timothée Chalamet), un joven vagabundo que le muestra a Maren la cruda realidad (ja, ja) de su condición.
Aunque la trama de Hasta los Huesos se origina en una novela "young adult" de Camille DeAngelis (adaptada por David Kajganich), el director Luca Guadagnino transformó los esquemas juveniles en un relato maduro y reflexivo que utiliza el horror como catalizador de transformación, y no como un fin por sí mismo. Al igual que las películas que mencioné al principio, Hasta los Huesos se enfoca en la dinámica de la pareja, y no en sus actos criminales.
Los cuales, por cierto, no son tan sangrientos como podríamos imaginar del director de Suspiria. De hecho hubiera sido un error dejar que el "gore" eclipsara la conexión emocional de Maren y Lee, hábilmente capturada por Taylor Russell (Lost in Space) y Timothée Chalamet (Dune) como extremos opuestos de la conducta humana: Maren fue criada bajo una estricta disciplina para controlar su perverso apetito, mientras que Lee es una criatura de impulso que aprendió a ocultar su genuina naturaleza. Y esa fricción de carácter genera un drama más potente que el simple tabú de la carne humana.
Los acompañan en roles breves pero impactantes Mark Rylance (The Outfit), Jessica Harper (de la original Suspiria), y Chloe Sevigny (Antibirth) en un uno de los papeles más perturbadores del año. Y también merece mención la banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, alejándose de sus habituales tonos electrónicos para crear una partitura más cálida que complementa la atmósfera "gótica-americana" de Hasta los Huesos. Hablando de música: me dio gusto escuchar una canción de uno de mis grupos favoritos; y además de uno de sus discos más menospreciados. Muy apropiada selección para el tema antropofágico.
A pesar de tantas virtudes, confieso que Hasta los Huesos me dejó curiosamente insatisfecho. Me faltó historia, y creo que había material para explorar la grotesca sub-cultura canibalística como metáfora del instinto auto-destructivo de la Humanidad (o del consumismo, o cualquier vicio social que el público quiera adjudicar); pero Guadagnino se quedó en la superficie de un genérico romance prohibido... igual que en Call Me By Your Name. Fuera de eso, sigo admirando la disposición de Luca Guadagnino para buscar proyectos experimentales sin preocuparse por el resultado comercial. Y ahora, en su primera película auténticamente norteamericana, podemos disfrutar la fusión de su sensibilidad europea (inspirada por Bertolucci, Goddard y Fassbinder) con una "road movie" tan intensa y emocional como las obras que la inspiraron. Como fan del cine, no podía pedir más. Como fan del horror... me dejó con hambre.
Calificación: 8
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