Síntomas: Una nueva variante del Virus-T convierte a sus víctimas en zombies, pero no se transmite por medio de mordidas, sino por inyección directa... lo cual significa que alguien está infectando deliberadamente a los ciudadanos de San Francisco. ¿Quién será, y con qué propósito?
Diagnóstico: En general me han gustado las películas animadas de Resident Evil, pero no me pidan que explique su mitología ni su conexión con los videojuegos más allá de sus ingredientes básicos: la Corporación Umbrella, el Virus-T, y los personajes clásicos, como Jill Valentine, Leon Kennedy y los Hermanos Redfield (entre otros).
Afortunadamente no se necesita más para disfrutar los simples placeres de Resident Evil: Death Island, una nueva producción del estudio Capcom que existe independientemente de la popular franquicia estelarizada por Milla Jovovich. En esos términos Resident Evil: Death Island me pareció recomendable gracias a su sólida fusión de acción y horror, a la impecable producción digital que se acerca a la realidad, pero sin sacrificar la estética de un videojuego, y a la dirección de Eiichirô Hasumi, cuya visión realmente eleva el material por encima de su modesto propósito. Desafortunadamente esa visión se expresa en momentos breves y en pequeña escala (por ejemplo, la revelación de la primera criatura acuática, mucho mejor dirigida que cualquier escena de Resident Evil: Welcome to Raccoon City), ya que Resident Evil: Death Island no es una épica aventura con espectaculares secuencias de destrucción masiva, sino un thriller "embotellado" en los tortuosos corredores de la prisión de Alcatraz... la "isla de la muerte" que menciona el título, ubicada en la costa de San Francisco.
Parece contradictorio, pero me gustó este enfoque más íntimo y personal de Resident Evil, con un grupo de personas atrapadas en una austera locación, donde enfrentan la nueva variedad de zombies y criaturas infectadas con el Virus-T. Esto decepcionará a los fans de las hordas de zombies corriendo por las calles, pero creo que el aislamiento (literal y figurado) del libreto capturó mejor la paranoia del juego original.
Por el lado técnico tenemos escenarios, texturas e iluminación de gran realismo, así como simulaciones de fluidos que me dejaron con la boca abierta. La isla no solo funciona para separar a los héroes de sus respectivas agencias, sino para crear una nueva variedad de criaturas anfibias que no voy a describir como "lovecraftianas"... aunque ciertamente lo estoy pensando.
Donde falla el realismo es en los rostros humanos; o, mejor dicho, en las actuaciones de los personajes sintéticos. Aunque, como dije, podría ser una decisión intencional para conservar el estilo de los juegos... y para ahorrar dinero en procesos más elaborados de captura facial. Además, los actores que prestan sus voces imprimen suficiente energía para compensar el problema... la mayor parte del tiempo.
Finalmente, aprecié el misterio de la infección que desafía las reglas tradicionales de los zombies, así como la identidad del villano y su motivación para desatar una plaga sobre la humanidad. Y aunque los héroes son figuras de cartón, al menos la acción, el "gore" y la dirección bastaron para pasar noventa minutos de aceptable diversión en una franquicia que nunca me ha decepcionado... aunque tampoco ha alcanzado su pleno potencial. Por eso seguiré viendo mientras sigan intentando.
Calificación: 7
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