Síntomas: Cuatro amigos se enlistan en el ejército alemán para combatir en la Primera Guerra Mundial, y descubren que no es una experiencia tan gloriosa y honorable como afirman sus gobernantes.
Diagnóstico: El cine de guerra casi siempre incluye un mensaje anti-bélico, pero a veces se esconde detrás de los aspectos más comerciales del género: la polémica ideológica, el espectáculo de la batalla, el "esprit de corps", etc.
En ese contexto puedo afirmar que All Quiet on the Western Front (disponible en Netflix) es la película anti-bélica más elocuente y directa que he visto en mi vida. Nunca leí la novela de Erich Maria Remarque, ni vi la película clásica de 1930 (bueno, tal vez la vi en televisión con mi abuelo en algún momento de mi niñez, pero no tengo recuerdos específicos), así que no podría comparar esta nueva adaptación con su predecesora o con la fuente literaria. Sin embargo All Quiet on the Western Front es por derecho propio una demoledora experiencia emocional que nos muestra el sufrimiento ocasionado por la guerra en múltiples niveles, desde lo personal a lo nacional, e incluso global. En resumen: un doloroso mensaje que merece repetirse porque obviamente no hemos aprendido la lección.
El "frente occidental" del título se refiere a la línea de combate a lo largo de Europa durante la Primera Guerra Mundial, donde los Aliados (Inglaterra, Francia, Italia y Rusia, entre otros) peleaban contra la coalición de Poderes Centrales (Alemania, el Imperio Austro-Húngaro y el Imperio Otomano), supuestamente para defender a Serbia del Imperio Austro-Húngaro, el cual buscaba venganza por el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand (no, no el grupo de rock, sino el heredero al trono del Imperio); aunque desde luego existían factores adicionales que nublaban las causas reales del conflicto y su objetivo final.
Sin embargo, nada de eso parece relevante para Paul (Felix Kammerer), Albert (Aaron Hilmer), Franz (Moritz Klaus) y Ludwig (Adrian Grünewald), cuatro jóvenes alemanes que deciden enlistarse en el ejército para pelear por su Patria, por su honor, y por el futuro de sus familias. O al menos eso proclamaban los estridentes discursos de generales y políticos que nunca pisarían el campo de batalla. Entonces los amigos llegan al frente de combate, y descubren la cruel realidad de la guerra.
All Quiet on the Western Front incluye secuencias de gran realismo en la "guerra de trincheras", donde el combate cuerpo a cuerpo con rifles y bayonetas se combinaba con nuevas armas que hacían más eficiente la destrucción del enemigo (incluyendo tanques, lanzallamas, y el temido "gas mostaza"). Pero el director Edward Berger no quiere impresionarnos con efectos especiales (excelentes, aunque relativamente modestos), sino ponernos al lado de los soldados para compartir el terror de la batalla, la futilidad de la sangre derramada para ganar unos cuantos metros de territorio, y los estragos psicológicos de vivir en condiciones inhumanas. Al mismo tiempo Berger nos muestra las negociaciones de paz donde cada minuto desperdiciado en caprichos diplomáticos representa más vidas sacrificadas en un conflicto donde ya todos perdieron demasiado para considerarse "ganadores".
Más allá de posturas políticas, juicios morales o explicaciones históricas, All Quiet on the Western Front transmite el sufrimiento real detrás de los conceptos abstractos que impulsan la mayor parte de las guerras... una lección difícil de aprender, y muy fácil de olvidar.
Calificación: 8.5
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