Monday, September 21, 2015

Everest



Síntomas: En 1996, una expedición turística en las laderas del Monte Everest guiada por el montañista Rob Hall (Jason Clarke) encuentra severo clima que hace aún más difícil el ya de por sí peligrosísimo ascenso a la cima.

Diagnóstico: No sé si será la edad, o mi costumbre de ver The History Channel cuando tengo insomnio (al menos lo hacía cuando aún transmitían reportajes interesantes, en vez de basura de "reality"), pero el caso es que cada vez siento menos interés por películas "basadas en hechos reales". En varias ocasiones me ha gustado menos una película porque ya había visto un documental sobre los "hechos reales" que la inspiraron (algunos ejemplos: Valkyrie, Zero Dark Thirty, American Sniper). Creo que, a pesar del melodrama amplificado y la experta implementación de todas las herramientas cinematográficas, las versión "dramatizadas" tienden a sentirse menos impactantes y más artificiales que el escueto relato de la realidad. Y, si el director de un documental hizo bien su trabajo, ese "escueto" relato puede tener la misma intensidad emocional de cualquier actuación o libreto hollywoodense.
Este fenómeno (o manía personal) me inspiró bajas expectativas por la nueva cinta Everest, pero me complace decir que jamás sentí la historia disminuida por los mencionados factores "artificiales". Por el contrario, el director islándico Baltasar Kormákur y su hábil elenco nos llevan hasta el corazón de la tormenta (literal y figurativamente), logrando que no solo sintamos los rigores de la expedición, sino la motivación y carácter de los audaces (¿o insensatos?) alpinistas.
También me extrañó un poco que Kormákur no hubiera elegido dramatizar la primera exitosa llegada a la cima del Everest en 1953 (realizada por Edmund Hillary y Tenzing Norgay). En vez de eso, el libreto se enfoca en una expedición recreativa que tuvo lugar más de cuarenta años después, cuando el reto del Everest ya se había transformado en un "paquete guiado" que ofrecían varias compañías especializadas en "turismo extremo". Pero al final quedé convencido de que fue una buena idea pues, además de mostrarnos las inspiradoras aventuras y devastadoras tragedias que sufrieron los protagonistas, Everest nos permite un raro atisbo a la infraestructura (práctica, turística y económica) que se ha creado alrededor de la montaña, y los ineludibles problemas de logística que implican subir (y, más importante, bajar con seguridad) el pico más alto del mundo.
Los actores se encargan de dar abundante personalidad a los exploradores, lo cual es muy importante en un relato sin héroes ni villanos, donde los personajes pasan casi todo el tiempo con los rostros ocultos por espesas barbas, escarcha y goggles. Pero aún así comprendemos perfectamente sus variadas motivaciones y actitudes para enfrentar un desafío tan grande, balanceando adecuadamente la sensación de "triunfo del espíritu humano" con sus dramas individuales, mucho más simples y asimilables para el espectador casual que no sabe nada sobre alpinismo (como yo). Jason Clarke, en el papel del empresario neo-zelandés Rob Hall, podría considerarse como protagonista, pero todos comparten similar importancia en la narrativa, incluyendo a Jake Gyllenhaal como su amigo/rival Scott Fischer; Emily Watson como Helen Wilton, coordinadora del "campamento base" en las faldas de la montaña; y hasta Keira Knightley en el corto pero emocional papel de Jan Arnold, esposa de Hall, quien debe quedarse en casa porque está esperando su primer bebé, y solo puede enterarse por teléfono sobre las penurias que atraviesa su esposo.
El drama humano tiene preponderancia en Everest, pero no puedo dejar de mencionar sus asombrosos valores de producción y efectos especiales, que hacen virtualmente imposible distinguir las locaciones reales de las que fueron recreadas digitalmente. En verdad fue un trabajo espectacular del estudio Framestore y media docena más que contribuyeron a crear estas impresionantes imágenes.
Mi única objeción es que la película perdió la oportunidad de comentar sobre los estragos ecológicos que el "turismo extremo" está ocasionando en el Everest. Sí, hay una escena donde Hall, enojado, recoge del piso dos o tres envolturas de chocolate... pero esa simbólica representación no refleja el calibre de contaminación orgánica e inorgánica que los habitantes locales han denunciado en numerosas ocasiones. Supongo que hubiera restado un poco de heroísmo a la historia principal.
De cualquier modo Everest fue una experiencia memorable, no solo como entretenimiento, sino como análisis de las razones que algunos individuos tienen para intentar lo imposible. La respuesta clásica, "porque está ahí", no basta para capturar el nivel de tenacidad y valor que deben tener estas personas. Me gustaría buscar más información al respecto, pero tendría que subir al segundo piso, y son muchos escalones.
Calificación: 8.5

IMDb

2 comments:

  1. Estimado Pablo: ¿A propósito de esta tragedia, has leido el libro "Into Thin Air" de Jon Krankauer?

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  2. Koolebra: No, desafortunadamente nunca leí Into Thin Air. Saludos!

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