Thursday, December 28, 2017

Blade of the Immortal (Mugen no Jûnin)



Síntomas: El samurái renegado Manji (Takuya Kimura) cometió atroces crímenes para vengar la muerte de su hermana, y fue castigado con una maldición que lo hizo inmortal. Y ahora, muchos años después, Manji es contratado como guardaespaldas de Rin Asano (Hana Sugisaki), una niña en busca de venganza por la muerte de sus padres.

Diagnóstico: Para su centésima película (la primera fue en 1991... ¡lo cual da un promedio de 3.8 películas por año!), el aclamado director japonés Takashi Miike regresa al cine "chambara" (de samuráis), adaptando un inmensamente popular manga cuya longevidad rivaliza la trayectoria del director. Y no sé si habrá sido una feliz coincidencia o una decisión intencional, pero en muchos aspectos Blade of the Immortal podría verse como una metáfora de la carrera de Miike, llena de altibajos, y con una promesa de vida eterna que parece apropiada para este prolífico e incansable cineasta. No por nada el samurái Manji tiene el apodo de "el asesino de 100". Pero, bueno... de las cien películas de Miike, cuando mucho habré visto un diez por ciento (mis favoritas son Ichi the Killer, Visitor Q, y Audition), así que será mejor dejar el análisis simbólico en manos de expertos especializados en la filmografía del director.
Pasando al tema relevante, Blade of the Immortal tal vez sea auto-indulgente y demasiado larga (dos horas y veinte minutos), pero me pareció una estrategia apropiada para enfatizar el cansancio del protagonista, cuya inmortalidad no fue una recompensa, sino una dura lección moral acarreada por su ciega obsesión con la venganza. Y ahora, su nueva misión como protector de una niña con similar obstinación despierta recuerdos que lo obligan a reflexionar sobre su pasado, presente e incierto futuro, pues finalmente encontró al oponente que podría matarlo y terminar su tortura.
Al mismo tiempo, Blade of the Immortal presenta una interesante lección histórica sobre la disciplina samurái, que estaba dividida en "escuelas" rivales con distintos estilos, hasta que se volvió obsoleta por la insistencia del "shogunato" en desarrollar métodos más contundentes para imponer la ley y controlar a la población (incluyendo el uso de armas de fuego).
Pero, en su aspecto más simple (y divertido), Blade of the Immortal es una serie de brutales combates donde se derrama tanta sangre que llega a crear ríos literales del líquido. ¿Mencioné que Manji es "el asesino de los 100"? Debería añadir que a veces esos cien oponentes atacan al mismo tiempo.
Lo cual nos lleva al único aspecto negativo de Blade of the Immortal: la coreografía de combate. Desde luego, tratándose de Miike, podemos asumir que las peleas serán vibrantes y dinámicas, con chorros de sangre, miembros cercenados, y dolorosas decisiones de ambigua moralidad. Sin embargo, para disimular la incongruencia de un hombre luchando contra múltiples enemigos (a veces decenas), Miike recurre al "shaky cam" y ángulos demasiado cerrados, lo cual hace confusas las peleas y reduce la intensidad de la violencia. Y tampoco hay tanta sangre como uno esperaría con tantas heridas de espada y armas blancas que Manji utiliza con feroz precisión. Sí, a pesar del mencionado "río de sangre", me pareció que no hay suficiente "gore". Pero, bueno, esa fue simplemente mi percepción personal... después de todo, el punto de la película no es la violencia, sino la evolución psicológica del protagonista y su relación con su protegida Rin (Hana Sugisaki), así como la rivalidad con Anotsu Kagehisa (Sôta Fukushi), un joven guerrero con prodigiosa habilidad que decidió unificar las Escuelas de artes marciales bajo un inflexible criterio que rompe las tradiciones milenarias.
Sin embargo, incluso con esas molestas tomas cerradas y erráticos movimientos de cámara, Blade of the Immortal me pareció una película muy recomendable gracias a su enorme belleza visual, sólido impacto visceral y adecuado flujo narrativo, respaldando su filosofía con delirantes secuencias de acción de principio a fin que no opacan los detalles de las actuaciones ni las meditaciones sobre los beneficios y desventajas de la vida eterna... sobre todo cuando está dedicada a la venganza. Siempre conviene mantener un sano balance, como bien sabe Takashi Miike. Veremos cuántos años tarda en completar sus siguientes cien películas.
Calificación: 8.5

IMDb

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