Monday, June 25, 2018
Beirut
Síntomas: En 1972, Mason Skiles (Jon Hamm) dirigía la embajada norteamericana en Líbano, hasta que una tragedia terminó su carrera diplomática. Diez años después, de regreso en los Estados Unidos, Mason combina su alcoholismo con un ingrato trabajo como mediador de disputas laborales. Entonces la CIA le pide regresar a Beirut para atender un asunto urgente y, con la ayuda de la Agente Sandy Crowder (Rosamund Pike), Mason tratará de rectificar algunos errores del pasado.
Diagnóstico: ¿El director de The Machinist y el escritor de Michael Clayton hicieron un thriller sobre espionaje en los ochentas? ¡Perfecto! ¿Dónde puedo verlo? Ah... Netflix...
No se preocupen; Beirut resultó ser una de las mejores "Películas Originales" producidas por ese servicio, gracias precisamente al excepcional trabajo del director Brad Anderson (Session 9) y el guionista Tony Gilroy (Nightcrawler), quienes tomaron en serio los temas y entorno político de Beirut, pero sin sacrificar el suspenso y emoción de una tradicional aventura de espionaje estilo Hitchcock, con un hombre común atrapado en peligrosas circunstancias que lo obligan a encontrar valor y astucia que no creía poseer. No es una fórmula particularmente novedosa, pero sigue funcionando cuando se realiza con talento y convicción en ambos lados de la cámara.
Conviene aclarar que Beirut no es una película de acción. El enfoque de Anderson y Gilroy permanecen siempre en la intriga política, las traiciones de agentes con ambigua motivación, y el astuto análisis de una situación imposible de resolver (Líbano a principios de los ochentas se encontraba ocupado por israelitas, palestinos, musulmanes, cristianos, y otras facciones que complicaban una zona geográfica ya de por sí volátil e impredecible).
Para crédito de los cineastas, Beirut mantiene una cierta neutralidad ideológica sobre los eventos que retrata... no hay malos ni buenos; cada quien vela por sus propios intereses, sin preocuparse mucho por las consecuencias que afectan a sus rivales. Y nadie tiene las respuestas a la precaria situación de Líbano; lo único que todos buscan es terminar el día vivos, y evitar la violencia contra su propia gente. Excepto cuando el fin justifica los medios.
Jon Hamm transmite el abatimiento de un político que perdió la fe en la diplomacia y se entregó al vicio para olvidar su pasado. En ciertos momentos me recordó a Al Pacino, lo cual suena como un enorme halago; pero solo me refiero a su capacidad para interpretar "losers" derrotados por la vida, hasta que descubren la posibilidad de redención que ni siquiera estaban buscando. Rosamund Pike interpreta a Sandy Crowder, la agente encargada de cuidar a Skiles y mantenerlo suficientemente sobrio para cumplir su misión. Sandy reconoce que la eligieron como señuelo atractivo (recordemos que la cinta se ubica en los sexistas ochentas), pero gradualmente revela su integridad e inteligencia... así como razones secretas para rebelarse contra las órdenes oficiales. Hamm y Pike hacen buena pareja, y afortunadamente no hay señales de romance artificial para contaminar la tensión.
La dirección de Brad Anderson es segura y eficiente, retratando la devastación urbana de la ciudad de Beirut (en realidad filmada en Marruecos) con un atractivo estilo visual que no interfiere en la narrativa. Y el libreto de Tony Gilroy sigue el ejemplo de thrillers modernos como Munich y Tinker, Tailor, Soldier, Spy, aunque acumula demasiados clichés para pertenecer al mismo estrato "artístico". De cualquier modo Beirut me pareció entretenida y accesible, con suficiente profundidad para satisfacer a espectadores en busca de algo más sustancioso que los stunts y explosiones de Mission: Impossible. Habiendo dicho eso... una precuela de Mission: Impossible ubicada en Beirut de los ochentas suena como la mezcla perfecta de acción y espionaje. Y Hamm sería un buen reemplazo de Tom Cruise, más cínico pero confiable. En fin... otra fantasía que nunca se cumplirá.
Calificación: 8.5
IMDb
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment