Monday, June 11, 2018

No Soy Una Bruja (I Am Not a Witch)



Síntomas: En un pequeño pueblo de Zambia, la niña Shula (Maggie Mulubwa) es acusada de brujería. Y como no puede (o no quiere) demostrar lo contrario, es recluida en un campamento especial donde las brujas permanecen atadas con listones blancos para que no puedan escapar volando.

Diagnóstico: Aunque no es una película de terror, ni contiene elementos sobrenaturales, No Soy Una Bruja podría interesar a algunos fans del género por su fascinante retrato de una cultura donde la brujería es un asunto serio... pero no tan serio como para no poder explotarlo económicamente.
Como ha ocurrido en el pasado y en muchas otras culturas, parecería que las acusaciones de "brujería" sirven en Zambia para quitar del camino a mujeres que interfieren con los planes de algún hombre, o para satisfacer venganzas personales. Quizás reconociendo esta desagradable verdad, las brujas no son torturadas, sino enviadas a campos de detención donde pueden trabajar para beneficio de la comunidad, lo cual puede implicar labores físicas, servir como atracciones turísticas... o utilizar sus "poderes" para ayudar a los políticos de la región. Así, la niña Shula es contratada para señalar al auténtico ladrón en un juicio improvisado; para atraer lluvia y terminar la sequía; e incluso como amuleto humano para aumentar la fama y credibilidad de funcionarios públicos que quieran impresionar a sus colegas.
La directora Rungano Nyoni examina las contradicciones de esta situación con un cierto sentido del humor, pero sin olvidar las atroces injusticias cometidas en regiones donde la tradición toma precedencia sobre la razón y los derechos humanos. Y todo eso bajo los auspicios del gobierno mismo.
Bueno, para ser justos, parece que el gobierno central está en contra del encarcelamiento de brujas; sin embargo el poder mayor reside en los gobiernos locales, donde aún existen líderes tribales con control absoluto sobre los habitantes; y como tampoco hay recursos ni personal para hacer que se cumplan las leyes federales, es más fácil dejar que cada pueblo se auto-gobierne como mejor pueda, creando las descabelladas leyes que, sin mucha averiguación, llevan a la niña Shula (Maggie Mulubwa) al campamento de brujas, donde su corta edad la hace al mismo tiempo más vulnerable, y más valiosa como evidencia de que las brujas están en todos lados, y pueden ser hasta la persona que menos imaginamos. O al menos eso es lo que el Sr. Banda (Henry B.J. Phiri), Ministro de Turismo y Costumbres, quiere que todos sigan creyendo.
Sin embargo, estas complejas dinámicas de poder se manifiestan en la periferia de la historia. La directora se enfoca simplemente en las vivencias diarias de Shula, y deja que el público emita sus propios juicios sobre este abusivo sistema de opresión patriarcal y superstición fuera de control. Para eso, la dirección de Nyoni es simple en su forma, pero rica en significado, capturando momentos casuales que revelan todo lo que necesitamos saber sobre el tratamiento de las brujas, la impotencia del gobierno central, y la influencia de burócratas que manipulan las tradiciones y costumbres para conservar su poder.
Quizás por eso el argumento formal de No Soy Una Bruja resulta un poco difuso y repetitivo... pero a fin de cuentas cumple su misión de integrar la historia de una "bruja" individual al más amplio contexto social, político y cultural que permite este tipo de injusticias en pleno siglo veintiuno. Así, Nyoni imparte una dura lección antropológica disfrazada de sátira que es al mismo tiempo sutil y contundente. Debe ser una bruja. O tan solo una audaz cineasta con una mente independiente y mucho que decir. Desafortunadamente ambas cosas son sinónimos en algunas culturas.
Calificación: 8

IMDb

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