Sunday, June 3, 2018

The Death of Stalin



Síntomas: Cuando el camarada Josef Stalin (Adrian McLoughlin) muere inesperadamente en 1953, los miembros del Politburó tratan de mantener la estabilidad del gobierno ruso sin contradecir la ideología de su gran líder caído.

Diagnóstico: Cierto, la muerte de Stalin no sería un tema particularmente interesante para mis gustos cinematográficos personales... pero cuando el director y escritores son los mismos que hicieron la cinta In the Loop y la serie televisiva Veep, sabemos que The Death of Stalin no será un adusto drama histórico, sino algo muy gracioso y diferente... por no mencionar subversivo. A veces demasiado.
A riesgo de arruinarme la experiencia de The Death of Stalin, pasé un rato en Wikipedia tratando de determinar el realismo histórico de los hechos que retrata. Y al parecer la realidad fue aún más descabellada que la ficción, lo cual excusa las amplias licencias dramáticas que se tomó el director Armando Ianucci al escribir un libreto lineal y accesible para audiencias casuales que no conocemos a fondo la turbulenta historia de Rusia a mediados del siglo pasado.
Hablando de lo cual: durante más de veinte años Stalin instituyó un gobierno autocrático basado en terror y represión, encarcelando o asesinando arbitrariamente a miles (algunos dicen cientos de miles) de ciudadanos considerados como "enemigos" del Partido Comunista. Estas ejecuciones políticas estaban a cargo de la Policía Secreta controlada por Lavrentiy Beria (Simon Russell Beale), quien ve una gran oportunidad en la muerte de Stalin, ya que el sucesor oficial, Secretario General Georgy Malenkov (Jeffrey Tambor), es un individuo débil y fácilmente manipulable. Sin embargo Beria descubre que tiene un astuto rival en la forma de Nikita Khrushchev (Steve Buscemi), Líder del Partido Comunista con ideas muy distintas sobre el rumbo que debe tomar la nación en ausencia de Stalin. Y así, durante los preparativos del Gran Funeral, varios miembros del Politburó conspiran, traicionan y forman alianzas para no terminar en la cárcel. O, peor aún, para no perder su influencia política.
Lo más notable de The Death of Stalin (en mi humilde opinión) es la capacidad del director para encontrar comedia en las peores atrocidades cometidas por los personajes en su obsesiva lucha por conservar el poder. Una cosa es burlarse de las absurdas discusiones de estos caricaturizados bufones que no pueden ponerse de acuerdo sobre el doctor que debe atender al moribundo Stalin... pero es muy distinto hacernos reír con las brutales ejecuciones de prisioneros políticos en alguna inmunda cárcel siberiana. A eso me refería con la subversión excesiva... el libreto es simplemente brillante, pero en ocasiones va demasiado lejos en su sátira de horrores políticos que realmente ocurrieron. O quizás es mi culpa por reír en momentos inapropiados. Como sea, creo que la intención de Ianucci fue bastante obvia.
Fuera de eso (o por razón de eso), disfruté muchísimo la comedia y actuaciones de The Death of Stalin, repleta de extraordinarios actores de carácter que inyectan inagotable energía en sus excéntricas interpretaciones. Todos brillan en algún momento, sin importar el tamaño de su papel (por ejemplo, Paddy Considine tiene apenas unos minutos como un productor radial que recibe una llamada telefónica del Gran Líder), pero entre los más memorables mencionaría a Simon Russell Beale como Lavrentiy Beria, cínico y confiado en su absoluta impunidad porque tiene "documentos" sobre todos sus colegas en altos estratos del gobierno; Michael Palin como Vyascheslav Molotov, el más fiel seguidor del stalinismo, excepto cuando nadie lo está escuchando; Jason Isaacs como el Generalísimo Zhukov, héroe militar que no está de acuerdo con el poder acumulado por la Policía Secreta de Beria; y Andrea Risenborough y Rupert Friend como los hijos de Stalin, enfrentando la muerte de su padre con muy distintas actitudes. Pero el que se roba la película es indudablemente Steve Buscemi como Nikita Krushchev, cuyas arteras estrategias... bueno, no revelaré "spoilers", pero tan solo la fama de ese nombre sugiere quien será el ganador en esta grotesca carrera por el poder. Ah, y mención especial a Olga Kurylenko (una de mis actrices favoritas) en un breve pero significativo papel de pianista clásica que inicia todo el problema.
Hay tanto más que decir, pero será mejor detenerme y simplemente recomendar The Death of Stalin como una de las mejores sátiras políticas que he visto en muchos años (posiblemente en lo que va del siglo... aunque ciertos eventos actuales sugieren que pronto veremos un renacimiento de este género), desbordante de fantásticas actuaciones, el humor más negro que puedan imaginar y, a fin de cuentas, una valiosa lección de historia, no tanto por la cuestionable veracidad del argumento, sino por mostrar los extremos a los que puede llegar un gobierno fuera de control. El problema es que nunca sabemos cuál gobierno es más susceptible a salirse de control. ¿O si?
Calificación: 10

IMDb

2 comments:

  1. Saludos Pablo, aquí murinus2009.

    Esta película suena muy interesante ademas le has puesto alta calificación, para no perdersela.

    Del fin de Stalin solo se lo superficial:
    -Que nadie quería revisar su cadáver por miedo a alguna acusación de asesinato.
    -Que... semispoiler aqui... todos se unieron en contra de su mas "fiel ejecutor" antes de planear la sucesión.
    -Que la URSS quedo "desolada" sin saber que hacer si su "gran lider".
    Creo que es una historia muy valida hoy que quedan muchos tipos que quieren poder perpetuo.

    Gracias por la recomendación

    Hasta pronto.

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  2. murinus2009: Muchas de esas cosas que mencionas aparecen en la película, pero con la sardónica perspectiva de Ianucci. A decir verdad fue ese sentido del humor lo que me gustó de The Death of Stalin, y no tanto el material histórico. De cualquier modo dinos qué te pareció, si te animas a verla. Gracias y saludos!

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