Síntomas: Mientras graban sus canciones más populares en un pequeño estudio de Chicago, la cantante de blues Ma Rainey (Viola Davis) y su banda tienen múltiples discusiones y conflictos alimentados por sus propios egos, y por las tensiones raciales de la sociedad norteamericana en 1927.
Diagnóstico: Estoy seguro de que las actuaciones en Ma Rainey's Black Bottom recibirán múltiples nominaciones en los más importantes premios cinematográficos de este año, y ciertamente las merecen. Sin embargo, como película Ma Rainey's Black Bottom me pareció un poco cansada por su estática estructura y artificialidad teatral que ni el director George C. Wolfe ni el guionista Ruben Santiago-Hudson (adaptando la obra de August Wilson) lograron ocultar en la transición a cine. O, mejor, dicho a Netflix.
Habiendo dicho eso, el libreto podrá ser muy teatral, pero incluye fuertes diálogos y terribles verdades sobre la experiencia de la población africana-americana en los primeros años del siglo veinte. La diferencia en edades y temperamentos de los personajes invita puntos de vista alternativos, y en ocasiones opuestos, para examinar temas de segregación, desequilibrio económico, y rivalidades dentro la misma comunidad que frenan su desarrollo, incluso en circunstancias relativamente ventajosas, como era el caso de Ma Rainey.
Comprendo y admiro los mensajes de Ma Rainey's Black Bottom... pero su presentación distrae mucho del contenido. O quizás carezco de las herramientas culturales para asimilar la situación que nos presentan: un caluroso día en un estudio de grabación donde Ma Rainey (Viola Davis), su "entourage", y su banda de acompañamiento interpretan algunas de sus más famosas canciones.
Los músicos llegan puntuales, y empiezan a ensayar... pero no pueden ponerse de acuerdo sobre los arreglos de las canciones, porque el joven trompetista Levee (Chadwick Boseman) tiene un estilo exuberante y comercial, perfecto para bailar. Sin embargo Cutler (Colman Domingo), Toledo (Glynn Turman) y Slow Drag (Michael Potts) prefieren los arreglos tradicionales, no solo porque así los canta Ma, sino porque evocan el sufrimiento ancestral de la genuina música blues. Y eso es solo el principio de un largo día. Cuando Ma Rainey llega tarde, y con exigencias que exasperan al dueño del estudio (Jonny Coyne), los ánimos se calientan aún más, las discusiones suben de tono, y eventualmente ocurren cosas que cambiarán las vidas de todos. Pero el blues tiene que seguir.
Las actuaciones son lo mejor de Ma Rainey's Black Bottom, y la principal razón para recomendarla. Desde luego la más comentada será la del tristemente fallecido Chadwick Boseman, no solo porque fue la última de su carrera, sino porque es realmente espectacular, con arrolladora energía y emoción para capturar el ego de Levee y su volátil personalidad influenciada por la ambición y por tragedias del pasado. Además, saber que Boseman filmó este papel con graves problemas de salud solo hace más devastadores sus monólogos.
Por su parte, Viola Davis interpreta a Ma Rainey, la "Madre del Blues", con la majestuosa dignidad de una diva que no teme decir lo que piensa, incluso cuando puede afectar su carrera, porque ganó ese derecho con sangre. El resto del reparto hace un buen trabajo (en particular disfruté las actuaciones de Glynn Turman como el veterano pianista y Jeremy Shamos como el sufrido agente de Ma), pero Davis y Boseman son irresistibles focos de atención, brillando con tal intensidad que nos hacen olvidar (aunque sea temporalmente) la claustrofóbica estética teatral de Ma Rainey's Black Bottom. No cabe duda que el talento trasciende el escenario.
Calificación: 8
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