Síntomas: Después de sobrevivir múltiples ataques del gobierno que lo creó, el ex-agente norteamericano Jason Bourne (Matt Damon) vive secretamente en Grecia, ganando dinero en peleas ilegales (o quizás son legales; no quiero prejuzgar los reglamentos deportivos del país que inventó las Olimpiadas). Mientras tanto, su antigua enemiga/aliada Nicky Parsons (Julia Stiles) hackea los servidores de la CIA y descubre una funesta operación llamada Iron Hand. Entonces la CIA empieza a perseguirla, y sólo una persona podrá ayudarla:
Diagnóstico: Al principio de Jason Bourne hay un breve recuento de las aventuras del epónimo agente, pero es absolutamente inútil, pues la saga se ha complicado tanto a lo largo de tres películas (cuatro, si contamos el "spin-off" The Bourne Legacy), que cualquier explicación resulta irrelevante. Lo único que necesitamos saber es que nos espera más de lo mismo... por tercera vez. De hecho, el cine al que asistí podría haber exhibido The Bourne Ultimatum con un nuevo título, y probablemente no me hubiera dado cuenta.
Hace catorce años (¿¡tantos!?), la película The Bourne Identity parecía una novedosa alternativa en el género de acción; una especie de James Bond serio, filmado con un estilo realista pero increíblemente dinámico (años antes de que Bond mismo copiara la fórmula). Sin embargo ahora, en el año 2016, ya vimos demasiadas películas realizadas con similares atributos... que gradualmente se convirtieron en defectos. Y lamentablemente Jason Bourne continúa esa tendencia. Tenía vagas esperanzas de que el regreso del director Peter Greengrass significaría un cambio de rumbo para la saga; otra reinvención creativa para justificar su continuación. Sobra decir que no fue así.
A pesar de todo, Jason Bourne me pareció una experiencia decente dentro de su rancio nicho y arcaicas intenciones. La acción inspira deja-vu, pero está bien filmada; la dirección de Greengrass es clara y eficiente; el argumento incluye los clásicos temas de memoria e identidad, y añade tópicos de moda como intrusión gubernamental y privacidad en línea.
Por el lado humano, las actuaciones aportan un poco de gravedad a los incontables clichés del libreto. Matt Damon casi no habla; al parecer las palabras sobran cuando se tiene esa elocuente expresión de "ahora es personal". Julia Stiles es un adecuado mcguffin humano. Tommy Lee Jones repite su rutina de burócrata preocupado; probablemente no sabe ni en qué película está, y aún así evoca absoluta credibilidad como Director de Alguna Organización Secreta (en este caso la CIA, pero podría ser la NSA, DNS o URL, y su actuación sería idéntica). Y finalmente tenemos a Alicia Vikander, una buena actriz atrapada en el mediocre papel de Heather Lee, directora de Ciber-Operaciones que pasa el ochenta por ciento de sus escenas enfrente de varios monitores mientras trata de encontrar nuevas maneras de enunciar líneas como: "Satélite en línea", "Dame la cámara uno", y "Blanco a la vista en veinte segundos". Qué desperdicio.
Hablando de "ciber-operaciones", Jason Bourne emplea los añejos ciber-trucos que ya no engañan a nadie: penetración instantánea de sistemas remotos, acceso a TODO tipo de tecnología en cuestión de segundos (no sé por qué no tomaron control de la cafetera de Jason Bourne, y simplemente lo mataron quemándole la lengua), e inverosímiles gráficas animadas para representar el frenético hackeo de los especialistas. Después del sobrio realismo de Mr. Robot y el documental Zero Days, ya no puedo tragar estos artificios, que en realidad no han cambiado mucho en los veinte años transcurridos desde The Net, con Sandra Bullock. Excepto que ella hackeaba en bikini. Buenos tiempos.
Y mejor ni hablar de lógica en las escenas de acción. Jason Bourne es el tipo de película donde el héroe puede aprovechar una caótica protesta callejera para bloquear el paso de sus perseguidores, pero unos segundos después encuentra calles vacías para iniciar una veloz persecución en motocicleta. Tal como hemos visto en decenas de películas en la última década.
A pesar de todo Jason Bourne entretiene con su ágil ritmo, y no exige mucha atención por parte del espectador, pues nos repite constantemente los puntos importantes para que no tengamos que pensar demasiado. La historia no incluya un ápice de originalidad, pero añade un par de piezas al denso rompecabezas psicológico de Jason Bourne (ahora resulta que tiene "daddy issues"). Y el desenlace podría servir como satisfactorio cierre de esta longeva serie... a menos que la película recaude mucho dinero, en cuyo caso quedan opciones para producir más secuelas. Para ser honestos, me gustó más el spin-off The Bourne Legacy, con Jeremy Renner. Sin embargo puedo recomendar Jason Bourne como casual entretenimiento de fin de semana, indudablemente superior a los thrillers del género "Liam Neeson". Además, no puedo odiar una película que nos lleva a "ExoCon", una parodia de DefCon en Las Vegas. O quizás sea BlackHat. Sea cual sea, Sandra Bullock la identificaría de inmediato.
Calificación: 8 (gana medio punto por esa tremenda persecución automovilística)
IMDb
Extraño el hackeo de Sandra bullock, cualquiera que implique a Angélina Jolie de cibercomplice o el hackeo con fellatio incluido de swordfish.
ReplyDeleteYa viste esa película donde salen Paul Dano y Daniel Radclife (no se como rayos se escribe) y el personaje de Paul queda perdido en una isla como única compañía el cadáver de Harry Potter y este se comunica con flatulencias?
ReplyDeleteSe llama Swiss Army Man....
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DeleteArturo Pelayo Leal: Vaya... pues no recuerdo ese estilo de hackeo en Swordfish! Tendré que verla de nuevo. De paso confieso que mi nueva hacker favorita es Darlene (Carly Chaikin), de Mr. Robot. Y Trenton tampoco está mal... Muchos saludos y suerte!
ReplyDeleteAnónimo: Solo he escuchado cosas buenas de Swiss Army Man, y tengo muchas ganas de verla; pero hasta donde sé no ha llegado a mi país ni a los canales de distribución digital que habitualmente uso. Ojalá no tarde mucho. Gracias por recomendarla, y muchos saludos!