Síntomas: En una estación de policía noruega, la psicóloga Christine Aas (Iben Akerlie) interroga al vagabundo Eric Bergland (Nat Wolff) para averiguar si estuvo involucrado en la muerte accidental de un joven; entonces descubre que el paciente es más peligroso de lo que aparenta.
Diagnóstico: El director noruego André Øvredal tuvo un excelente debut con la cinta de "found footage" Troll Hunter (2010); gracias a ese éxito internacional logró infiltrarse en la industria "indie" de los Estados Unidos, donde confirmó su talento con The Autopsy of Jane Doe, una de las mejores películas de terror del 2016 (en mi humilde opinión); y posteriormente fue contratado por el prestigioso estudio Lionsgate para colaborar con Guillermo del Toro en la fantasía infantil Scary Stories to Tell in the Dark... con mediocres resultados. Tal vez este semi-fracaso le dejó un mal sabor a Øvredal, y decidió regresar a su país natal para filmar Mortal, aprovechando todo lo que aprendió en los Estados Unidos... lo cual fue igualmente bueno y malo.
Por el lado positivo, Mortal revive conceptos clásicos de la mitología nórdica y los transporta al presente con gran imaginación y una perspectiva religiosa que encontré muy interesante. Hoy le llamamos "mitología", pero en su momento fueron parábolas y deidades que dictaban (figurativamente)(o tal vez literalmente) la conducta de los habitantes en gran parte de Europa, e impulsaban la expansión territorial motivada por devoción espiritual. ¿Qué pasaría si esas "leyendas" fueran ciertas, y por alguna razón revivieran en el siglo veintiuno?
No quiero entrar en más detalles porque Mortal maneja términos y nombres comunes en la cultura occidental, y podría inspirar expectativas muy distintas a la intención de la película. Solo diré que Mortal funciona mejor en sus propios términos, sin compararla con el moderno cine de acción.
Pasando al lado negativo, Øvredal incorporó en su fábula noruega toda clase de clichés y fórmulas hollywoodenses, con el fin de incrementar el potencial económico de la película en el mercado internacional; pero esta cuestionable estrategia le robó gran parte de la originalidad y "sabor" cultural que podría haber distinguido a Mortal de otras fantasías con bases realistas. Como ejemplos de esos clichés puedo mencionar la incomprensible conexión instantánea que surge entre la psicóloga Christine Aas (Iben Akerlie) y el anti-héroe Eric Bergland (Nat Wolff). Su forzada relación se siente como una reliquia ochentera, cuya única justificación es tener una pareja atractiva como protagonistas de la película. Y lo mismo aplica al arbitrario origen de Eric, nacido en los Estados Unidos (e interpretado por un actor americano) que decidió buscar a sus antepasados en Noruega, donde le ocurrió... algo extraño. Para ser justos, es posible que Øvredal haya involucrado a los Estados Unidos para añadir un mensaje político. Como siempre, el gobierno americano quiere interferir en los asunto de otra nación, y aunque sus intenciones sean buenas (muy debatible), terminan empeorando la situación. Aunque, francamente, este supuesto "mensaje" es bastante débil, y hubiera dado lo mismo emplear militares noruegos como perseguidores de Eric y Christine. Otro ejemplo: el asunto del niño en el hospital; el peor tipo de manipulación sentimental que sale de la nada para establecer la nobleza del protagonista (por si teníamos dudas).
Y, así como esas, hay muchas pequeñas distracciones que empañan los aciertos de Mortal y traicionan su legado cultural, resultando en un insulso híbrido que "ni es de aquí ni es de allá". Pero, bueno... afortunadamente Øvredal sigue siendo un talentoso director, con un sólido estilo visual y capacidad para incorporar elementos fantásticos en la prosaica vida cotidiana sin perder los mejores atributos de ambos mundos. Mortal no me pareció mala; pero pudo ser mejor si tuviera más confianza en sus propias habilidades. Igual que le ocurrió a Eric.
Calificación: 7
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