Thursday, May 23, 2019

We Have Always Lived in the Castle



Síntomas: Hace seis años Constance Blackwood (Alexandra Daddario) fue acusada de envenenar a su familia, pero nunca se demostró su culpabilidad. Y ahora Constance, su hermana menor Merricat (Taissa Farmiga) y su Tío Julian (Crispin Glover) viven en la vieja mansión familiar, ocultándose de los habitantes del pueblo cercano que los repudian. Entonces llega el primo Charles (Sebastian Stan) con la supuesta intención de "ayudar" a las indefensas hermanas; pero su presencia rompe el frágil balance en la disfuncional mansión Blackwood.

Diagnóstico: Recuerdo haber sufrido una decepción cuando leí en mi adolescencia la novela We Have Always Lived in the Castle, de Shirley Jackson. Yo esperaba un sofisticado relato de horror sobrenatural, similar a The Haunting of Hill House (de la misma autora), y lo que encontré fue un lento drama familiar sin fantasmas ni "sustos". Muchos años después, en edad adulta, volví a leer el libro, y hasta entonces logré apreciar sus múltiples niveles, así como el ingenio de Jackson para explorar temas controversiales de aquella época (la novela se publicó en 1962), incluyendo problemas mentales, proto-feminismo, y la eterna lucha entre individualismo y conformidad.
Y ahora la adaptación We Have Always Lived in the Castle, de la directora Stacie Passon, logró destilar la esencia de la novela en una cinta tensa y enigmática, con algunos cambios superficiales, pero respetando la opresiva atmósfera de aislamiento rural y las complejas relaciones que forman el núcleo emocional del relato.
Esto significa que We Have Always Lived in the Castle puede parecer difícil y poco accesible, ya que no encaja en los parámetros de un drama familiar, ni de un "thriller", y mucho menos del horror que sugiere la premisa ("mansión solitaria con una tragedia en su pasado"). Al igual que sus protagonistas, We Have Always Lived in the Castle sigue su propio ritmo y obedece sus propias reglas, sin importarle los lineamientos del cine comercial, y sin buscar cobijo en nichos prefabricados. Por el contrario, la directora examina la bizarra vida cotidiana en la mansión Blackwood sin emitir juicios y ni comentarios sobre la moralidad de los personajes. Y, para colmo, We Have Always Lived in the Castle tampoco es una película con héroes y villanos, sino con una variedad de víctimas que encontraron (o están buscando) sus propios mecanismos de defensa para continuar su vida a pesar de los obstáculos que acarreó el destino.
Constance, la hermana mayor, sufre de agorafobia y nunca sale de casa, en parte por el trauma emocional de perder a su familia, pero más que nada por las recriminaciones de los vecinos que nunca aceptaron su inocencia. Alexandra Daddario expresa con finos detalles el conflicto interno de Constance, sonriendo constantemente, pero con una sombra de desesperación en su mirada. La única persona que visita la mansión es Helen (Paula Malcomson), quien trata de convencer a Constance de regresar al mundo, buscar marido, y en general aceptar lo que la sociedad espera de ella. Sin embargo Constance encuentra fuerza en su soledad, lo cual poca gente comprende.
Afortunadamente una de esas personas es su hermana menor Mary Katherine, alias "Merricat", interpretada por Taissa Farmiga como una adolescente lacónica y evasiva, muy inteligente, pero recelosa de la sociedad... lo cual queda plenamente justificado cuando vemos los insultos y humillaciones que recibe durante sus ocasionales visitas al pueblo. Farmiga aprovecha al máximo sus rasgos físicos e intensa mirada para darle a Merricat la apariencia y actitud de un animal acorralado, listo para pelear sin medir las consecuencias de sus actos. El tercer habitante de la mansión es el Tío Julian, único sobreviviente de aquella fatídica cena donde murió el resto de la familia. Y ahora, con facultades mentales disminuidas y confinado a una silla de ruedas, Julian intenta escribir un libro sobre aquella tragedia... pero parece una excusa para repasar una y otra vez sus dolorosos recuerdos. A pesar de tener un papel relativamente pequeño, Crispin Glover muestra la misma pasión y realismo (con un toque de locura) que disfrutamos al inicio de su carrera. Ojalá se anime a trabajar más seguido. O quizás debería decir: "ojalá los estudios se animen a contratarlo más seguido". Como sea, me dio gusto verlo de nuevo en la pantalla.
Finalmente, Sebastian Stan (más conocido como Bucky Barnes) tiene el ingrato papel del primo Charles, con la intención secreta de tomar control de la casa y utilizar a sus primas como adornos o sirvientas. Sin embargo, como dije, tampoco es un "villano" tradicional, sino una personificación de las presiones sociales que limitaban (limitan) el desarrollo de las mujeres en cualquier época y contexto cultural.
Por el lado negativo, la breve duración de la película requiere resumir algunos eventos, acelerar otros, y en general reducir la sutileza de la novela original. Además, al ser un proyecto independiente de bajo presupuesto, no fue posible evocar la sensación de "familia millonaria venida a menos". O quizás el problema fueron mis expectativas de la Mansión Blackwood, alimentadas por la rica prosa de Shirley Jackson.
Como sea, We Have Always Lived in the Castle me pareció una interesante película de difícil clasificación, bien actuada y dirigida, aunque sin suficiente atractivo comercial para capturar al público general. Aún así podría recomendarla para fans del libro, y para quienes deseaban ver a Alexandra Daddario en un papel serio y bien escrito donde realmente puede actuar. Ojalá encuentre en el futuro más roles como éste. Por cierto... ¿alguien ya habrá comprado los derechos de The Sundial?
Calificación: 8

IMDb

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