Wednesday, September 26, 2018

Becks



Síntomas: Después de una decepción romántica que la dejó en bancarrota y sin hogar, Becks (Lena Hall) se muda con su madre, y trata de encontrar una nueva dirección para su vida.

Diagnóstico: ¿Qué puedo decir? Me gustan estas modestas películas "indie" que retratan las experiencias de personas normales (bueno, "normales" para estándares cinemáticos), donde generalmente alguien descubre algo nuevo sobre sí mismo, o experimenta un cambio en su perspectiva de la vida, o simplemente reflexiona sobre su lugar en el mundo. Y el proceso casi siempre implica "regresar a sus raíces", lejos del acondicionamiento mental que impone la rutina del trabajo y la coexistencia social.
Tal vez mi afición por estas películas es una especie de antídoto para compensar mi obsesión con el cine de horror lleno de sangre y violencia; o una vicaria catarsis de emociones que nunca he sentido porque mi vida es bastante monótona (y así prefiero que siga; no tengo interés en buscar "drama", así como tampoco quiero que me persiga un asesino enmascarado con un machete)(¡Ja, ja! "Me persiga"... como si realmente pudiera correr).
Como sea, el punto es que disfruto cintas como Garden State, Blue Jay, Adult Life Skills, y ahora Becks, horneada en el mismo molde, pero con su particular sabor cultural y un ameno sentido del humor para aligerar los problemas de la epónima protagonista (en realidad se llama Rebecca, pero "Becks" sonaba mejor en su ex-banda de rock).
Entonces Becks escapa de la gran ciudad para refugiarse en el pueblo del Medio Oeste donde vive su madre Ann (Christine Lahti); pero ahí surgen nuevos problemas (o, mejor dicho, reviven los viejos problemas de su juventud), como el resentimiento de su madre por el lesbianismo de su hija; la apatía hacia cualquier carrera "real" (que no sea tocar la guitarra); y malas decisiones románticas que ahora amenazan con repetirse en una ciudad menos tolerante, donde un "fling" casual podría destruir vidas y arruinar reputaciones.
No es una premisa muy profunda ni innovadora, pero incluye todos los ingredientes que disfruto en este tipo de historias, incluyendo un libreto con agudas observaciones sobre la naturaleza humana; agradable dirección de Daniel Powell y Elizabeth Rohrbaugh, quienes aprovechan la atmósfera de "pueblo pequeño" sin caer en sus clichés; y, desde luego, excelentes actuaciones del elenco entero, empezando por Lena Hall en el papel principal, igualmente confortable en las escenas dramáticas y durante interludios musicales donde interpreta canciones en el inmundo bar local (Hall fue la vocalista del grupo The Deafening, y además tuvo una ilustre carrera en Broadway, donde participó en musicales de gran éxito como Kinky Boots y Hedwig and the Angry Inch). El menospreciado comediante Dan Fogler interpreta a Dave, el dueño del mencionado bar, tratando de apoyar a su amiga en esta nueva etapa de su vida. La increíble Christine Lahti es la madre de Becks, haciendo un genuino esfuerzo por conciliar su fe cristiana con los hábitos "alternativos" de su hija; y Mena Suvari aparece como la insegura esposa de Mitch (Darren Ritchie), el "ex" de Becks, lo cual podría despertar antiguas rivalidades estudiantiles.
A fin de cuentas Becks no pretende cambiar al mundo, ni tiene aspiraciones de gran arte cinematográfico; sin embargo su afable estilo y cálida narrativa nos invita a pensar mientras nos divertimos con las aventuras (y desventuras) de Becks, y escuchamos un poco de "alt-folk" inocuo pero placentero. En resumen: una historia pequeña en su forma y mediana en su fondo. Y además me hizo reír más que muchas comedias "de estudio" con grandes estrellas y presupuestos millonarios. "Menos es más" triunfa de nuevo.
Calificación: 8

IMDb

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