Wednesday, March 23, 2016
Pee-wee's Big Holiday
Síntomas: Pee-wee Herman (Paul Reubens) vive feliz en el apacible pueblo de Fairville, pero la visita de un misterioso extraño le hace ver que no ha vivido suficiente, y que puede haber cosas interesantes fuera de su pequeña comunidad. Entonces Pee-wee emprende el viaje a Nueva York, listo para enfrentar cualquier aventura. Y ciertamente las encontrará.
Diagnóstico: Tengo la teoría de que el entretenimiento infantil contemporáneo, repleto de bizarros conceptos, grotescos personajes y humor travieso, se originó con dos hitos culturales de los ochentas: Ren & Stimpy, y Pee-wee's Playhouse. Ambas series presentaron una refrescante alternativa a los ultra-comercializados productos de moda (desde Masters of the Universe hasta The Smurfs) que básicamente eran anuncios de juguetes con terrible animación (como bien satirizó Community en aquel memorable episodio). Por el contrario, Ren & Stimpy y Pee-wee's Playhouse ofrecieron nuevas ideas, desbordante creatividad, y un sentido del humor tan subversivo que ahora parece mentira su transmisión en el horario tradicional de los sábados por la mañana.
Para bien o para mal, Ren & Stimpy nunca rebasó el nicho "de culto", pero Pee-wee's Playhouse extendió su éxito a dos populares películas (Pee-wee's Big Adventure y Big Top Pee-wee) antes de hibernar durante un par de décadas... probablemente por culpa de ciertas "indiscreciones" personales cometidas por Paul Reubens, el creador y alter-ego de Pee-wee. Sin embargo en el nuevo siglo Pee-wee resucitó con un exitoso espectáculo en Broadway, rumores de un "spin-off" televisivo, y ahora con una nueva película producida por Judd Apatow, donde Reubens se pone de nuevo el traje gris y la corbata roja para darle vida a este perenne niño-adulto. Y aunque Pee-wee's Big Holiday hace muchas cosas bien, a fin de cuentas me pareció plana y simplona, carente de las emociones, exuberante humor y desbocada genialidad que distinguieron a sus predecesoras.
Para empezar, no sé cuál será el público de esta nueva película. Dudo mucho que los niños modernos, habituados a las estridentes caricaturas de Disney Channel y Nickelodeon, y al empalagoso CGI de Pixar, estén interesados en las modestas aventuras "live action" de Pee-wee Herman, una reliquia cultural que, en el mejor de los casos, algunos de sus padres disfrutaron (o repudiaron, lo cual también sería válido). Por su parte, los adultos "Gen-Xers" y modernos hipsters que podrían apreciar el factor nostálgico (ya sea sincero o irónico) probablemente se aburrirán con el insípido libreto de Reubens y Paul Rust, el cual sigue de cerca la estructura de Pee-wee's Big Adventure, pero sin alcanzar el mismo nivel de humor o surrealismo. Pee-wee's Big Holiday es como una copia de quinta generación, vagamente reconocible por su apariencia general, pero sin el vibrante color de la versión original.
La clásica fórmula de "road movie" (motivada por el cumpleaños de un amigo en Nueva York) pone a Pee-wee en contacto con un desfile de pintorescos personajes, incluyendo tres agresivas criminales, una mujer con un coche volador (Diane Salinger, quien interpretó a Miss Simone en Pee-wee's Big Adventure), un anciano granjero muy celoso de sus nueve hijas, un lacónico "hombre del bosque", y una comunidad "Amish" (entre muchos otros); y, en la mayor parte de los casos, los encuentros resultan en: nada. La historia no progresa; simplemente salta de locación a locación sin estructura ni propósito; Pee-wee no aprende nuevas lecciones de vida al interactuar con este muestrario de clichés culturales; y, como dije antes, ni siquiera genera las risas indispensables para justificar la existencia de la cinta.
La única excepción (demasiado esporádica, desafortunadamente) es la sub-trama de las mujeres criminales. Jessica Pohly, Alia Shawkat y Stephanie Beatriz interpretan una pandilla femenina inspirada por las películas de Russ Meyer (en particular Faster, Pussycat! Kill! Kill!), cuyos disparatados planes y arcaicos diálogos inyectan muy necesaria energía a Pee-wee's Big Holiday, mostrándonos por fugaces momentos lo que debería haber sido esta película: una genuina evolución de Pee-wee, apta para niños, pero con suficiente irreverencia para entretener a los adultos. Esa dualidad de niveles y actitud fue lo que convirtió a Pee-wee Herman en una figura icónica; desafortunadamente el director John Lee y el productor Judd Apatow dejaron pasar una gran oportunidad de adaptarlo a la época moderna, sin sacrificar su espíritu original.
A pesar de todo eso, los breves momentos que funcionan en Pee-wee's Big Holiday, junto con el excelente diseño de producción y ágil ritmo podrían ofrecer el mínimo entretenimiento necesario para sobrellevar noventa minutos de inofensiva narrativa. Y, como se estrenó en Netflix, no hace falta salir de casa ni gastar dinero para verla, así que podría darle la más escueta recomendación "por los viejos tiempos", y no porque realmente me haya dejado satisfecho. Para eso, mejor buscaré los viejos episodios de Pee-wee's Playhouse (convenientemente también en Netflix), donde aún subsisten aquellos estrafalarios personajes, vistosa animación y maniático humor que solo podía existir en los ochentas. Lástima que el día de hoy la palabra secreta fue "mediocre".
Calificación: 6.5
IMDb
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