Monday, December 28, 2015
Lost After Dark
Síntomas: En camino a un baile estudiantil, ocho jóvenes quedan varados en la carretera y buscan refugio en una vieja casona abandonada, donde planean hacer su propia fiesta... pero descubren que no están tan solos como esperaban.
Diagnóstico: ¡Otro homenaje "retro" al cine slasher de los ochentas! Lo cual será bueno o malo dependiendo del gusto de cada espectador, así como su tolerancia al cine que pretende ser intencionalmente malo... o que así resultó por incompetencia de sus realizadores.
Yo pertenezco a ese selecto grupo de fans (algunos dirían "ingenuos")(o quizás una palabra más explícita), y aún así Lost After Dark me pareció plana, olvidable, y mucho menos ingeniosa de lo que el director Ian Kessner supone. Sin embargo no dejé de apreciar su honesta intención y sincero amor por el género, así como el potencial de una sencilla historia filtrada por una sensibilidad muy canadiense... aunque los productores se empeñen tanto en negarla.
Los actores pertenecen a la categoría de "adolescentes de veinticinco años", pero interpretan sus papeles con refrescante naturalidad, libres de esa forzada ironía o meta-humor que arruina (en mi humilde opinión) retro-homenajes más cínicos, como las series televisivas Scream y Scream Queens. Además, como se trata de una cinta juvenil canadiense, el reparto incluye no sólo uno, ni dos, ni tres, sino cuatro veteranos de Degrassi. Digo, por si a alguien le interesan esas cosas. No a mi, desde luego. Yo estoy demasiado viejo para ver Degrassi. Y no estoy esperando ansiosamente su estreno en Netflix (Enero 15, 2016).
¿En qué estaba? Ah, sí; Degrassi. ¡No! Lost After Dark. Esta naturalidad en las actuaciones evoca más realismo ochentero que los falsos rayones en el "celuloide", o la corrección de color que emula la textura Kodachrome del siglo pasado. Y, claro, cuando comienza la matanza (incluyendo un par de "kills" bastante creativos) podemos esperar el obligatorio gore realizado con efectos prácticos de razonable calidad.
Por el lado negativo, el libreto de Bo Ransdell tarda mucho en llegar a lo bueno, y gasta demasiado tiempo en insípido melodrama romántico entre los jóvenes, quienes vagan interminablemente por los corredores de la mansión, cuando deberían buscar la salida a la primera señal de peligro ("¿No vivía por aquí una legendaria familia de caníbales?") Afortunadamente esa monotonía se compensa de vez en cuando con simpáticas referencias a la década de los ochentas y momentos humorísticos bien planteados como balance del tenue suspenso que el director logra generar con estos clichés del cine slasher. También ayuda la participación de Robert Patrick como el estricto director escolar/veterano de Vietnam; su sutil sentido del humor denota amplia experiencia en el cine B, y presta un poco de credibilidad a esta modesto proyecto semi-amateur.
Entonces, creo que Lost After Dark hubiera funcionado mucho mejor si no negara su naturaleza canadiense, y si tuviera más sangre y menos discusiones sobre quién besó a quién. Indudablemente existen mejores réplicas modernas del cine slasher, tanto en fondo (GirlHouse) como en forma (The Sleeper); Lost After Dark falla en ambos niveles y la olvidaré en unos días, pero definitivamente me entretuvo con su sinceridad y esporádicos atisbos de imaginación. Y para fans de Degrassi: recomendada si siempre quisieron ver a Becky decapitada por una trampa para osos.
Calificación: 6.5
IMDb
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