Síntomas: Gemma Pierce (Imogen Poots) y su novio Tom (Jesse Eisenberg) están pensando en comprar una casa, y visitan el desarrollo habitacional Yonder... pero la situación se vuelve extraña.
Diagnóstico: Vivarium pertenece a la categoría de "películas que hubieran funcionado mejor como episodios de The Twilight Zone".
Los actores tienen talento; Imogen Poots (The Art of Self-Defense) y Jesse Eisenberg (The Art of Self-Defense) hacen buena "pareja dispareja", logrando que las personalidades de Gemma y Tom sean muy distintas, pero sin volverse incompatibles. Gemma es responsable y previsora, mientras que Tom es bromista y espontáneo; clásico balance de intelecto y emoción para contrastar sus reacciones ante los eventos extraordinarios que comparten a lo largo de la película.
La manufactura de Vivarium me pareció excelente dentro de su minimalismo conceptual; el desarrollo habitacional Yonder es un delirio de homogeneidad suburbana, constituido por calle tras calle de casas idénticas y patios bien cuidados que no reflejan los gustos ni identidad de sus ocupantes. Si es que hay ocupantes...
La fusión de efectos digitales y escenarios prácticos es fantástica, incluyendo el idílico cielo con pequeñas nubes que parecen ovejas flotantes... hasta que Gemma y Tom empiezan a sospechar que son demasiado perfectas para ser verdad.
Y, claro, la idea de los suburbios como una pesadilla inescapable tiene gran potencial metafórico y literal, representando los peligros latentes de la domesticidad, la hipnosis del consumismo, y la "mentalidad de rebaño" que asfixia cualquier tipo de individualidad y pensamiento original.
Entonces, con todos esos ingredientes disponibles... el director Lorcan Finnegan decidió darnos tan solo un aperitivo con mucho sabor y poca sustancia.
En realidad me gustó Vivarium, pero me decepcionó su falta de ambición para decir algo nuevo o relevante sobre los múltiples temas que aborda. Supongo que el título es una buena pista para sacar nuestras propias conclusiones... pero, en el mejor de los casos, solo responde algunas de las incógnitas planteadas por el libreto.
En general no necesito explicaciones ni discursos didácticos para disfrutar una película; y desde luego aprecio la deliciosa atracción de un misterio sin resolver (de otro modo no podría ser fanático de David Lynch); sin embargo hay misterios que logran ser satisfactorios por sí mismos, y otros que se sienten incompletos sin un contexto definido, o al menos alguna insinuación sobre la intención de su creador. Personalmente siento que Vivarium pertenece a la segunda categoría, y por eso me decepcionó su ambigüedad narrativa. Pero también reconozco que la experiencia misma se sostiene por méritos propios, y nos invita a reflexionar sobre cualquier interpretación que queramos encontrar en la película (un amigo casado me dijo que Vivarium trata de "la monotonía del matrimonio", lo cual es perfectamente válido)(Y desde luego no podemos descartar el conveniente paralelo entre la situación de los personajes y la cuarentena forzada que sufre la sociedad en estos momentos).
Entonces, hay muchos aciertos en este "thriller doméstico" que nada tienen que ver con el subtexto de su premisa. De hecho, podríamos decir que la ausencia de mensajes y respuestas hace más rica la experiencia porque nos invita a imaginar más allá de sus límites. Por todo eso Vivarium merece una recomendación; pero, caray, realmente me quedé con ganas de un gran final que sacudiera mi percepción y destruyera mis expectativas. Ni hablar. Siempre puedo ver Dark City de nuevo, y listo.
Calificación: 7.5
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