Síntomas: Barry (Gary Green) ya tiene suficientes problemas con su adicción a la heroína; entonces una criatura extraterrestre ocupa su cuerpo, y su vida realmente se complica.
Diagnóstico: Advierto desde ahora que Fried Barry podría parece aburrida, vulgar y ofensiva para mucha gente, lo cual es perfectamente normal. Sin embargo, me gustó la combinación de comentario social y escenas repelentes que ofrece el director Ryan Kruger en esta bizarra fantasía sudafricana, donde el protagonista busca la esencia de la experiencia humana... con ayuda de todos los vicios posibles.
¿Cuál es esa esencia? No estoy seguro, pero cada espectador podrá buscar su propia interpretación en las sórdidas desventuras del alien (o lo que sea) que usurpa el cuerpo de Barry (Gary Green), y lo utiliza para recorrer los barrios pobres de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, donde encuentra muchas de las características básicas (no necesariamente buenas) que definen al mundo civilizado. A diferencia de otros visitantes del espacio, los misteriosos aliens de Fried Barry no quieren hacer contacto con los líderes del mundo ni entablar un diálogo con la comunidad científica. En vez de eso prefieren explorar personalmente la "vida real" a través de los sentidos de uno de sus representantes. Y, bueno, no estoy seguro por qué eligieron a Barry, pero supongo que habrán tenido sus razones. O quizás fue azar.
Nada de eso se describe específicamente durante Fried Barry; simplemente estoy compartiendo una posibilidad entre muchas que estuve imaginando mientras veía a Barry caminar y caminar y caminar sin rumbo por las calles de Ciudad del Cabo, ocasionalmente interrumpido por situaciones que van desde actos sexuales espontáneos, hasta actos heroicos accidentales. Barry casi no habla (y, cuando lo hace, solo repite lo que le están diciendo), y sus reacciones están limitadas a gesticulaciones incomprensibles. Pero el secreto de Fried Barry (en mi opinión) reside en la perspectiva alienígena que nos permite ver a la humanidad bajo un criterio libre de prejuicios y expectativas. Es el clásico ejercicio mental de "¿cómo vería un extraterrestre nuestra civilización?" Y, al mismo tiempo, los trágicos individuos que encuentran a Barry proyectan sus propios temores y aspiraciones en el lienzo vacío del inescrutable vagabundo. Cada quien lo ve como amigo, enemigo, víctima, agresor, etc., según su propia mentalidad.
Por eso Fried Barry me pareció un fascinante experimento social cocinado con los ingredientes del "Cine B" que tanto me gustan: un poco de horror, un poco de ciencia ficción, y un generoso aderezo de perversión, sangre, y violencia. Ah, y suficiente surrealismo para dejarnos agradablemente confundidos, porque es el tipo de confusión que estimula la reflexión y siembra ideas que florecen en el futuro... aunque no lo parezca al principio.
Lo cual me lleva al principal obstáculo de Fried Barry: prácticamente no hay historia; solo una serie de viñetas donde un drogadicto irresponsable tiene distintas interacciones (casi siempre desagradables) con criminales, prostitutas, "dealers", y similares parias de la sociedad. Si nos quedamos en ese nivel, no hay razón para recomendar Fried Barry. Pero más allá de la vulgaridad creo que existe un propósito más noble, y eso fue lo que me atrajo a esta irreverente muestra de "cine raro" que no busca complacer al público, sino retarlo a pensar. O al menos a no vomitar. En fin... un reto es un reto.
Calificación: 8
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