Síntomas: Varios activistas planean el sabotaje de un oleoducto en el desierto, como venganza contra la industria petrolera que arruinó sus vidas.
Diagnóstico: Cam (2018), la previa película del director Daniel Goldhaber, se adelantó a su tiempo explorando el potencial de la inteligencia artificial autónoma, y la explosión del trabajo sexual remoto como consecuencia de una mala economía (incluso antes de la pandemia de Covid-19). Espero que no ocurra lo mismo con su nueva película, How to Blow Up a Pipeline. ¿O tal vez sí? No estoy seguro. El mensaje de How to Blow Up a Pipeline parece claro, pero el tono de la cinta mantiene suficiente ambigüedad para acomodar la opinión de cada espectador: ¿Son los protagonistas héroes revolucionarios luchando contra la inacción del gobierno frente al cambio climático? ¿O son violentos terroristas poniendo vidas en peligro para satisfacer su hambre de gloria?
Supongo que ambas respuestas pueden ser correctas. Pero, para evitar problemas, será mejor atenernos a los hechos: How to Blow Up a Pipeline sigue el meticuloso plan de ocho individuos para destruir una sección de oleoducto en el desierto, lo cual paralizará la venta de gasolina en una enorme región de los Estados Unidos y afectará a las empresas petroleras donde realmente les duele: en el bolsillo. Y, mientras construyen las bombas, vemos por medio de "flashbacks" las historias de cada cómplice, revelando sus motivos para participar en una misión tan peligrosa.
Inspirada en un libro del académico sueco Andreas Malm, la película How to Blow Up a Pipeline captura el ritmo y tensión de un "gran golpe" con todos los trucos y complicaciones que hemos visto antes, desde accidentes imprevistos hasta traiciones internas. Sin embargo, a diferencia de todas aquellas películas sobre robos bancarios, el gran golpe de How to Blow Up a Pipeline no está motivado por el dinero, sino por la convicción de una generación atrapada entre la apatía de la clase media y la hipocresía de la elite económica cuya codicia es la causa fundamental del problema. Por eso How to Blow Up a Pipeline sugiere una solución extrema a un problema imposible, y deja que la historia hable por sí misma. Y, como dije, cada quién escuchará lo que mejor se ajuste a su opinión personal.
En el aspecto práctico, el director Daniel Goldhaber muestra gran visión y sobrio estilo, dibujando eficientemente a los personajes con una o dos escenas que nos dicen todo lo que necesitamos saber sobre su carácter; y así podemos adivinar quién será el "alma" del grupo, quién tendrá remordimientos que pondrán en peligro la misión, y quién es el mejor candidato para arruinar el plan por su ignorante actitud. Claro, todos podrían morir o terminar en presidio... pero, si tienen suerte, sembrarán una pequeña semilla ideológica que crecerá hasta crear un cambio global. ¿Será posible efectuar una transformación tan radical por medio de la violencia? ¿O es una catártica fantasía para aliviar la impotencia de la Generación Z? Como dije, no estoy seguro. Pero recomiendo ver How to Blow Up a Pipeline para decidir la respuesta.
Calificación: 8.5
En todo caso si llegara a suceder que les dinamiten un Oleoducto sería justicia poética, sólo recordar Nordstream.
ReplyDeleteArturo Pelayo
Arturo Pelayo: En efecto, aunque el libro original es más antiguo, muchas escenas de How to Blow Up a Pipline se sienten impregnadas con los eventos de aquella explosión, sabotaje, o lo que haya sido. Imagino que alguien ya estará escribiendo esa película ;-) Un abrazo, y feliz semana!
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