Thursday, February 14, 2019
High Flying Bird
Síntomas: La organización NBA suspendió la temporada de básquetbol profesional mientras se negocian nuevos contratos con las cadenas televisivas. Entonces, desesperado por la falta de dinero, el agente deportivo Ray Burke (André Holland) y su ex-asistente Sam (Zazie Beetz) desarrollan un subversivo plan que podría cambiar las reglas del juego para siempre. O al menos mientras les empiezan a pagar de nuevo.
Diagnóstico: Siempre que veo películas sobre deportes creo que no voy a entender nada debido a mi absoluta ignorancia sobre estos temas; pero rara vez se ha vuelto realidad ese temor, gracias a que los directores y guionistas tienden a utilizar el ambiente deportivo como simple escenario para desarrollar las mismas historias de triunfo, fracaso y redención que hemos visto desde los inicios del género. Boxeo, fútbol, o lucha libre... lo importante son las emociones que inspiran, y no las reglas que los rigen.
Sin embargo, la situación se complica cuando las películas exploran aspectos "internos" del deporte... las políticas de reclutamiento (Trouble With the Curve), los misterios del "draft" (Draft Day), o las matemáticas del triunfo (Moneyball). En esos casos se vuelve más difícil asimilar la historia por la cantidad de términos confusos e impenetrables prácticas que generalmente se mantienen lejos del escrutinio público. Y ahora High Flying Bird, la más reciente película de Steven Soderbergh, lleva ese problema hasta su más obtuso extremo, sumergiéndonos sin explicación alguna en los intrincados reglamentos de la NBA... pero no los que aplican al juego de básquetbol, sino a los contratos con los jugadores, sus obligaciones corporativas, y la difusa línea entre su libertad como individuos y su responsabilidad hacia la organización que los explota indiscriminadamente a cambio de cumplir sus sueños de triunfo y popularidad.
No negaré que me sentí perdido durante la primera media hora de High Flying Bird. Afortunadamente Steven Soderbergh reunió un dinámico equipo de actores con gran personalidad y desbordante pasión para distraernos de la confusión. Y, si eso no fuera suficiente, tenemos la virtuosa dirección de Soderbergh mismo, haciendo que las conversaciones en anónimas oficinas sean tan emocionantes como cualquier encuentro deportivo, gracias a sus creativos emplazamientos de cámara, impecable diseño de producción, y la precisa edición que nos reta a seguir el ritmo de la narrativa, mientras intentamos (al menos en mi caso) deducir lo que está ocurriendo por medio de las actuaciones y el tono de los diálogos, incluso cuando no sabemos exactamente lo que están discutiendo.
André Holland (Moonlight) es increíblemente carismático como Ray Burke, cínico negociante con escrúpulos muy selectivos, pero al mismo tiempo devoto del básquetbol con genuino respeto por el espíritu del juego y las tradiciones que representa. Zazie Beetz (Deadpool 2) tiene el papel de la ex-asistente Samantha (no pregunten), igualmente comprometida con su carrera y con los ambiciosos planes de su mentor. Bill Duke es sencillamente espectacular como Spencer, el entrenador "old school" que maneja un gimnasio comunitario, y le recuerda constantemente a Ray el auténtico significado del deporte. También aparecen en papeles secundarios Zachary Quinto, Sonja Sohn, y Kyle MacLachlan, además de breves entrevistas con Skip Bayless y Shannon Sharpe, jugadores reales de la NBA.
Regresando a los emplazamientos de cámara... High Flying Bird es la segunda película (después de la sobresaliente Unsane, una de mis favoritas del año pasado) donde Soderbergh filma con iPhones; y aunque la imagen tiende a mostrar las limitaciones y "glitches" del video amateur (aunque seguramente utilizaron iluminación y lentes profesionales), todo se compensa con la flexibilidad que goza este director/cinematógrafo para realizar sus caprichos visuales (lo digo como un halago), mismos que serían imposibles con herramientas tradicionales. De este modo Soderbergh regresa a sus raíces experimentales, pero trabajando con el respaldo económico de un gran estudio (a estas alturas Netflix ya cuenta como estudio, ¿cierto?) que le permite compartirnos su fantástica visión. Es un gran triunfo hacer una buena película que dejará confundido a un amplio porcentaje del público.
Calificación: 8.5
IMDb
Hola Pablo.
ReplyDeleteNo sabía que era una película de Steven Soderbergh. Tenía entendido que se había retirado del cine para enfocarse en el arte y la pintura. Supongo que no fue así, y de hecho cuando la vi anunciada pensé que era un documental, entonces la veré.
Saludos!
Blackbird: ¡Ja, ja! Sí, no sé cuántas veces se ha "retirado" Steven Soderbergh, pero siempre termina regresando al cine. Supongo que aún tiene mucho que decir como artista, y las pinturas no bastaron para expresarlo ;-) En cuanto a High Flying Bird, es una cinta inusual, pero eso es lo que me gusta de este director... nunca se encasilla en un género o estilo. Y, aunque no siempre funcionan sus experimentos, siempre hay algo interesante en ellos. Muchos saludos y suerte!
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