Síntomas: Después de un último triunfo profesional, Adonis Creed (Michael B. Jordan) decide retirarse para pasar más tiempo con su familia y administrar su academia de boxeo. Entonces aparece una figura del pasado que podría arruinar su carrera... o inspirarlo para regresar al cuadrilátero.
Diagnóstico: Las películas Creed y Creed II ofrecieron una amena combinación de nostalgia y modernismo, continuando la saga boxística más famosa del mundo mientras cultivaron su propia identidad contemporánea. Los directores Ryan Coogler (Creed) y Steven Caple Jr. (Creed II) entendieron ese frágil balance, y le dieron a los fans (viejos y nuevos) lo que querían.
Y ahora Creed III, dirigida por Michael B. Jordan, se aleja de esa fórmula y reemplaza la nostalgia con los típicos clichés del cine deportivo: el conflicto entre carrera y familia; los peligros de la fama; y la lucha por el honor.
Lo cual no es necesariamente malo. Incluso diría que Michael B. Jordan realizó una sólida película de Rocky sin Sylvester Stallone (quien solo aparece en los créditos como uno de tantos productores); pero definitivamente sentí la ausencia de esa mágica dinámica entre mentor y estudiante que formó el eje emocional de las cintas anteriores. En vez de eso, Jordan y sus guionistas Keenan Coogler (hermano de Ryan) y Zach Baylin (de la insufrible King Richard) dedican gran parte de Creed III a establecer la nueva vida de Adonis Creed (Michael B. Jordan), más maduro y seguro de sí mismo porque cumplió sus metas profesionales, formó una bonita familia, y puede dedicar su tiempo a entrenar a la siguiente generación de estrellas del boxeo. Entonces llega su viejo amigo Damian Anderson (Jonathan Majors), recién salido de presidio, y Adonis decide ayudarlo a iniciar una nueva vida. Y, bueno, las cosas se complican, surgen inesperadas rivalidades (con buena razón), y eventualmente todo culmina en el cuadrilátero.
La introducción de Jonathan Majors (Ant-Man and the Wasp: Quantumania) mejora instantáneamente la película, enriqueciendo una trama más compleja que cualquier competencia deportiva... pero también hace comparativamente más aburridas las escenas familiares de Adonis, no porque sean malas (de hecho me gustó el trabajo de Tessa Thompson, Phylicia Rashad y Mila Davis-Kent como la esposa, madre e hija de Adonis, respectivamente), sino porque nunca son tan interesantes como las escenas con Adonis y Damian reviviendo su amistad y navegando los retos profesionales que surgen en el camino a la redención... o a la mutua destrucción. No diré que la relación de Adonis y Damian compensa la ausencia de Rocky Balboa... pero al menos canaliza la energía de los personajes en una nueva dirección que rescata a Creed III de su inflado melodrama.
Y ni siquiera he llegado a la virtuosa presentación de las peleas de box, filmadas con espectacular dinamismo y estilo visual... ¿tal vez demasiado? Se ven increíbles, pero tanta floritura digital demerita el esfuerzo físico de los actores (o dobles, o lo que haya sido), perdiendo el impacto visceral de aquellas peleas "reales" en las películas de Rocky. Después de todo, no me gustaría que la saga de Creed se convirtiera en el "Fast and the Furious" del cine deportivo, donde las exageraciones estilísticas distraen del objetivo original: la contundente experiencia del boxeo, con toda la fuerza (física), resistencia (mental) y dolor (espiritual) que poseen los boxeadores. Y ni siquiera me gusta el box, así que Jordan hizo bien su trabajo.
Calificación: 7.5
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