Síntomas: El Padre Donaghue (Ben Hall) y su asistente llegan al convento de Santa Teresa para evaluar la condición de Agnes (Hayley McFarland), una joven monja con síntomas de posesión satánica.
Diagnóstico: Todos los clichés están presentes: el sacerdote con un pasado turbulento; el seminarista susceptible a la tentación; y la inocente víctima que grita blasfemias bajo influencia demoniaca. Sin embargo, Agnes no es una típica película sobre exorcismos... lo cual será bueno o malo, dependiendo de nuestras expectativas sobre este tipo de historias.
Para empezar, Agnes no inspira miedo ni tensión. De hecho, ni siquiera la clasificaría como Horror, sino como una especie de drama teológico que hace un examen crítico (y en ocasiones satírico) del fenómeno de la posesión y la controversial práctica del exorcismo.
El director Mickey Reece construye la premisa con las piezas tradicionales del sub-género, y luego procede a desmantelarlas por medio de conversaciones entre el Padre Donaghue (Ben Hall) y su asistente, el seminarista Benjamin (Jake Horowitz), cuya inexperiencia se compensa con su sincera devoción católica. Adicionalmente Reece denuncia la intriga eclesiástica detrás del exorcismo, y subraya el riesgo de la "fatiga espiritual" que reemplaza la fe por cinismo. O por cosas peores.
En este complejo entorno emocional el exorcismo de Agnes (Hayley McFarland) no es el foco narrativo, sino un catalizador de reflexiones y cambios de actitud que afectan a todos los involucrados en el rito, desde la Madre Superiora (Mary Buss) que desconfía de los motivos de Donaghue, hasta la Hermana Mary (Molly C. Quinn), la mejor amiga de Agnes, cuya particular percepción de la crisis eventualmente la lleva a cuestionar su vocación.
Y ahí es donde Agnes abandona el horror para convertirse en un drama existencial sobre una joven mujer que redefine su destino. No sé si este súbito cambio de enfoque fue una buena decisión, pero admiré la audacia del director y su honesta intención de explorar ideas que trascienden el repertorio del terror, planteando preguntas filosóficas que apenas empieza a responder cuando llega el abrupto final que casi me hizo enojar. Generalmente disfruto los finales ambiguos que nos ponen a pensar; pero el de Agnes pertenece a la categoría de "se llenó la tarjeta de memoria de la cámara, y no tenemos dinero para comprar otra".
Entonces, Agnes es más de lo que aparenta... pero también fue menos de lo que pudo ser. Y aunque no podría recomendarla con absoluta confianza, creo que sus ambiciosos temas, su sarcástico sentido del humor, y el fantástico estilo visual (claramente inspirado en el horror setentero), reúnen suficiente potencial para atraer al público curioso que puede tolerar algunas fallas estructurales a cambio de una perspectiva fresca de una fórmula muy gastada. Y también conviene aclarar que Agnes no ataca a la religión; simplemente señala las fallas humanas que contaminan su búsqueda de ideales demasiado puros para nuestro imperfecto mundo.
Calificación: 7
No comments:
Post a Comment