Monday, October 28, 2019
Eli
Síntomas: El niño Eli Miller (Charlie Shotwell) sufre una rara deficiencia inmunológica que lo obliga a vivir en una burbuja de plástico. Pero todo podría cambiar con el tratamiento experimental de la Dra. Horn (Lily Taylor), el cual se administra en su laboratorio privado, ubicado en una remota mansión... que quizás está embrujada.
Diagnóstico: Es una rara combinación, pero funcionó mejor de lo que esperaba. Por un lado, el drama médico de los padres en busca de una cura para su hijo. Y por otro lado, el horror del niño que ve fantasmas y nadie le cree. Excepto la niña con la que platica ocasionalmente, y que también podría ser un fantasma.
Perdón; me estoy adelantando.
Eli es otra película de horror exclusiva de Netflix capaz de competir con las producciones de los grandes estudios... lo cual podría tomarse igualmente como insulto y como halago. Pero por lo menos Eli demuestra que los estándares artísticos del "streaming" están evolucionando a la par del modelo económico, exactamente como ocurrió con el cine "directo a video" del siglo pasado. Al principio era basura que nadie quería comprar; y gradualmente se convirtió en terreno fértil para la experimentación, lo cual atrajo a cineastas con nuevas ideas que no requerían grandes inversiones de dinero para producirse. Entonces, bajo el indulgente criterio de "estreno directo a DVD en 1999", puedo decir que Eli me pareció entretenida y bien actuada, con el beneficio adicional de un interesante concepto, y un excelente "twist" que no tiene mucho sentido en retrospectiva, aunque ciertamente desafía nuestras expectativas (al menos las mías) y ayuda a terminar la película con alto nivel de energía, en vez de desinflarse a la mitad, como ocurre con muchas de aquellas cintas "de estudio" que mencioné hace un momento.
El primer acto de Eli establece la desesperada situación de la familia Miller. La condición de Eli provoca fuertes reacciones alérgicas a los contaminantes del medio ambiente; y, aunque no son baratos, los avanzados métodos de la Dra. Horn (Lily Taylor) podrían liberarlo para siempre de la burbuja de plástico donde vive. Pero el aislado laboratorio de la doctora despierta sospechas de inmediato... ¿por qué está en una vieja mansión en mitad de la nada? Sin embargo Rose (Kelly Reilly) y Paul (Max Martini), los padres de Eli, gastaron mucho dinero en esta oportunidad, y no piensan desperdiciarla solo porque Eli dice que ve fantasmas. Además, el tratamiento incluye potentes medicinas que causan pesadillas, y podrían alterar la percepción de la realidad, de modo que no sabemos si los "fantasmas" son reales, o alucinaciones de un niño muy enfermo que está asustado por su incierto futuro. Y también anda por ahí Haley (Sadie Sink), la niña que lo saluda ocasionalmente a través de una ventana. ¿Será una persona real, o...?
Y así, paralelo al thriller médico se va desarrollando un misterio que captura nuestra imaginación, transformando la simple premisa de "casa embrujada" en algo más ambicioso e intrigante. Y, bueno, no revelaré nada sobre el obligatorio "twist", pero me gustó bastante por su perversa lógica, y porque responde varias preguntas planteadas por el libreto... aunque no conviene analizar las respuestas, porque no siempre tienen sentido.
A fin de cuentas, lo importante es que el director Ciarán Foy (Sinister 2) logró conciliar los diversos aspectos de la película sin destruir el núcleo dramático representado por la relación entre Eli y su madre. Todos los actores hacen un buen trabajo; y aunque la parte media se vuelve repetitiva (no sé cuántas veces utilizaron el truco de "fantasma en el espejo"), todo se compensa cuando llegamos al final, no necesariamente feliz, pero sin duda satisfactorio. En resumen: aunque nunca será un clásico, Eli me pareció una sólida cintas de terror... para estándares de Netflix. Si estuviéramos en 1999, la hubiera rentado con gusto.
Calificación: 8
IMDb
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