Monday, October 30, 2017
The Transfiguration
Síntomas: El joven Milo (Eric Ruffin) es un vampiro tratando de sobrevivir en los barrios pobres de Nueva York. O al menos él cree que es un vampiro. Entonces se hace amigo de su vecina Sophie (Chloe Levine), y su secreto corre peligro.
Diagnóstico: El director Michael O'Shea sabía que The Transfiguration sería comparada con la semi-clásica Martin (del maestro George A. Romero), y por eso el protagonista Milo la menciona como una de sus películas favoritas. Le gusta porque es muy "realista". Y quizás porque plantea una situación idéntica a la suya: un hombre atormentado por la necesidad de beber sangre humana para sobrevivir. Y, al igual que en Martin, no estamos seguros si el vampirismo de Milo es real (bueno, tan "real" como se describe en incontables libros y películas), o una severa perturbación mental acarreada por un trauma del pasado.
La gran diferencia es que The Transfiguration no intenta resolver el dilema, sino explorar la psicología de un adolescente con dificultades en todos los aspectos de su vida: sus padres murieron, y ahora vive con su hermano mayor, quien pasa el día enfrente del televisor y prefiere ignorar lo que ocurre en su propio departamento. En la escuela, Milo hace dibujos mientras planea su siguiente "cacería". Y en las calles, enfrenta diariamente las vejaciones de los pandilleros locales, a veces bromistas, y a veces amenazadores.
Entonces se asoma un rayo de luz: la joven Sophie se muda al mismo edificio, y comienza una tentativa amistad con Milo, quien parece ser el único hombre que no trata de explotarla sexualmente. Poco a poco su relación florece, pero sabemos que el vampirismo de Milo (real o imaginario) eventualmente provocará un conflicto más grave. ¿Está Sophie en peligro de convertirse en la siguiente víctima? ¿O su influencia ayudará a disipar la enfermiza fantasía de Milo? La respuesta no radica ni en el terreno del horror, ni en el del thriller psicológico, sino en un difuso punto intermedio que cultiva expertamente la angustia del espectador sobre lo que ocurrirá con estos vulnerables personajes. Bastante buen resultado para una modesta cinta independiente de vampiros.
Supongo que en cierto nivel The Transfiguration también podría describirse como un perverso drama "coming of age", donde la transición a la madurez implica reconocer duras verdades acerca de uno mismo, así como de la responsabilidad personal en una sociedad que no siempre se preocupa por las necesidades del individuo. Y, como toda buena película "coming of age", The Transfiguration permite cierto humor en la periferia del drama para aligerar su tono y completar el desarrollo de los personajes; sus experiencias cotidianas podrán ser desoladoras, pero no pierden la perspectiva de su vida, ni dejan que la adversidad aplaste su espíritu. Si es que los vampiros tienen espíritu. La película no lo aclara.
O'Shea tuvo la inmensa fortuna de encontrar actores con talento que trasciende su corta edad. La interpretación de Eric Ruffin como Milo es engañosamente inexpresiva; casi no habla, no parece disfrutar sus hobbies (incluyendo una enorme colección de películas sobre vampiros), y su rostro no registra sorpresa cuando sufre los inevitables "golpes de la vida". Pero esto no significa que carezca de emociones, y ahí radica la genialidad de la actuación de Ruffin. Por su parte, Sophie es un personaje más abierto y accesible, pero la joven actriz Chloe Levine tampoco nos permite olvidar los traumas de su pasado... ni los que experimenta cotidianamente como una atractiva adolescente en un vecindario donde es tan peligroso quedarse en casa como visitar la tienda de la esquina. La química entre ambos me pareció fenomenal, lo cual es doblemente admirable conforme conocemos las diferencias de sus personajes.
Finalmente, la dirección de Michael O'Shea (haciendo un impresionante debut) es tan certera como la de cualquier veterano, dejando que las escenas fluyan sin obstrucciones estilísticas, confiando en la capacidad de los actores, y retratando los paisajes de decadencia urbana con ojo clínico que, sin esfuerzo aparente, captura las emociones de los personajes y nos transmite todo lo que necesitamos saber sin necesidad de explicaciones ni clichés narrativos.
Definitivamente merecedora del calificativo "joya oculta", The Transfiguration es un perfecto antídoto "anti-Twilight" que restaura el poder de las historias de vampiros como metáforas de temas más complejos, sin perder su valor como fascinante entretenimiento que nos invita a pensar en la verdad detrás del mito (y viceversa), al mismo tiempo que crea conciencia sobre problemas sociales fáciles de olvidar por su continua y abrumadora presencia. En resumen: una película de terror donde el terror es la menor de sus virtudes.
Calificación: 9
IMDb
Veo que estuvo Paco Plaza en un cine de CDMX ¿anduviste por ahí Pablo?
ReplyDelete-Pikuy
Completamente y absolutamente off topic: he llegado a la conclusión que Elsa de Frozen es mutante nivel alpha... infantil? Si, fascinante? Bastante.
ReplyDeletePikuy: No sabía que Paco Plaza estuvo en México! Imagino que vino para el festival Mórbido, al cual nunca he asistido. Sin embargo me hubiera gustado ver a Barbara Crampton, quien también fue invitada de honor, o algo así. Pero los horarios definitivamente estaban fuera de mi tiempo libre. Ni hablar. Gracias y muchos saludos!
ReplyDeleteAnónimo: ¡Excelente teoría! Sin embargo, antes de asignar una clasificación biomutativa tan elevada, sería conveniente estudiar los poderes de Elsa y determinar si está creando hielo de la nada, o únicamente manipulando partículas existentes, como Bobby Drake o Pyro, lo cual la ubicaría en el nivel Beta o Beta Plus ;-) Muchos saludos y gracias por tu comentario! (Esta respuesta debe ser leída con la voz de Comic Book Guy)