Sunday, May 21, 2017
Yo, Daniel Blake (I, Daniel Blake)
Síntomas: Daniel Blake (Dave Johns) es un hombre maduro con problemas cardíacos que le impiden trabajar, y necesita la asistencia económica que el gobierno británico ofrece para estos casos. Sin embargo el proceso de solicitud resulta más complicado y frustrante de lo que Daniel imaginaba.
Síntomas: Además de ser uno de los más respetados cineastas contemporáneos (ha ganado la Palma de Oro de Cannes en dos ocasiones, una de ellas por esta cinta), el director Ken Loach también se ha convertido en una importante figura política por la elocuente crítica social contenida en sus películas, las cuales tienden a denunciar graves problemas en un país supuestamente progresivo como Inglaterra. Más allá de simple entretenimiento, sus obras son vehementes mensajes que trascienden su ubicación geográfica (casi siempre Newcastle y pueblos aledaños) para resonar internacionalmente por la universalidad de sus temas... y la desafortunada ubicuidad de los problemas que señala.
Con todos esos halagos fuera del camino... confieso que no me gustan sus películas.
No me malinterpreten; desde luego admiro el inmenso talento dramático de Ken Loach, sus perfectos instintos para la selección de actores, y desde luego la implacable consciencia social que dicta los temas de su extensa filmografía. El problema es que sus películas son casi siempre deprimentes y desmoralizantes.
Esto, obviamente, es lo que las hace importantes... relatos simples pero profundamente humanos sobre individuos comunes enfrentando injusticias que podrían parecer triviales en el marco global de una nación, pero que aún así tienen el potencial de arruinar miles de vidas anónimas todos los días. En otras palabras: los peligros de la burocracia fuera de control, y la inevitable transformación de buenas intenciones gubernamentales en obstáculos para el progreso de los ciudadanos.
Son películas memorables y relevantes... pero tan deprimentes...
En fin... Yo, Daniel Blake, se ajusta a todas esas descripciones, mostrando la gradual deshumanización del protagonista que solo desea regresar a su trabajo. Pero una grave condición cardíaca se lo impide (al menos por un tiempo); entonces acude al Ministerio Laboral para tramitar la ayuda económica que le permitirá sobrevivir mientras recupera la salud. Y no hace falta vivir en Inglaterra para reconocer la muralla de requisitos, excusas, e instrucciones contradictorias que Blake encuentra en su lucha contra los oficiales locales. Cualquier persona de cualquier país probablemente tendrá historias similares en su propia experiencia.
Para añadir un poco de variedad a la narrativa y mostrar distintas facetas del mismo problema, el guionista Paul Laverty introduce personajes secundarios que Daniel Blake encuentra día a día. Su vecino China (Kema Sikazwe) es explotado por sus patrones, y busca la manera de mejorar su situación económica con negocios marginalmente legales (como re-venta de zapatos fabricados en China); y Katie Morgan (Hayley Squires) es una mujer que conoció en las largas filas del Ministerio, cuando le negaron la pensión que necesita urgentemente para alimentar a sus hijos. Entonces Blake, reconociendo otra víctima del sistema, se ofrece a ayudarla en labores sencillas, lo cual empieza a forjar lazos afectivos entre el solitario viudo y esta fracturada “familia postiza”, dándole nuevo sentido a su vida. Pero estamos hablando de Ken Loach, así que la felicidad será solo temporal, mientras llega la siguiente vejación por parte del gobierno.
Como dije: una película trascendente, pero difícil de ver. Y muy recomendable, aunque probablemente nos arruinará el día (o el fin de semana... ¿por qué fui a verla en sábado?) Aunque, por el lado positivo, la fuerza de Loach como director superó mi aversión por su obra, así que procuraré ver con mayor puntualidad sus futuras películas. Pero siempre entre semana.
Calificación: 8
IMDb
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