Wednesday, January 6, 2016
Garm Wars: The Last Druid
Síntomas: Tres tribus con distintas habilidades están enfrascadas en una guerra inmemorial por el control del planeta Annwn. Pero el descubrimiento del último Druida, que se creían extintos, podría determinar de una vez por todas el destino del devastado planeta.
Diagnóstico: Para bien o para mal, el legendario director Mamoru Oshii empieza Garm Wars: The Last Druid con un denso prólogo repleto de absurda palabrería que intenta "explicar" el universo de la película, y solo consigue dejarnos más confundidos.
Tribus, personas y lugares con nombres como Garm, Kumtak, Briga, Viskia, Gula, Khara, Kiakra, Wurm, Basse, Seta, Borzoi, Zenen, Columba, Danaan, y Wydd. ¿Se supone que debemos memorizarlos para entender quién es quién, en dónde están y qué hacen?
Afortunadamente este obtuso comienzo no me desanimó por completo, y después de media hora ya había logrado asimilar la trama que gira en torno a la búsqueda del último Druida y la intriga política instigada por un Kumtak rebelde para impedir que el conflicto entre las tribus Briga y Columba destruya el planeta Anwwn. ¿Quedó claro? Aún no estoy seguro de los detalles, pero no importan mucho, pues por debajo de su rebuscada mitología Garm Wars: The Last Druid oculta una clásica historia de humanidad y redención, adornada por atractivas secuencias de acción y el brillante diseño gráfico que estamos acostumbrados a ver en las obras de este cineasta.
Conviene señalar que Garm Wars: The Last Druid está realizada con actores reales y escenarios creados digitalmente, al estilo de Sin City y 300... pero con resultados más cercanos a The Spirit o Mutant Chronicles. La cinta fue producida por el legendario estudio I.G., responsable de incontables "animes" (incluyendo el reciente "reboot" de Ghost in the Shell); desafortunadamente la composición de acción viva sobre "green screen" se siente muy artificial y no logra integrarse exitosamente para engañar al ojo. Y si a eso añadimos la irreal paleta de color (quizás implementada para ocultar errores), parece que estamos viendo un producto amateur de YouTube, en vez de una costosa co-producción japonesa-canadiense.
Aún así estoy dispuesto a aceptar que el "look" fue intencional, como fusión de animación clásica con acción viva convencional. Y, como dije antes, todo esto es simple adorno del drama que se desarrolla entre enemigos declarados que deben cooperar para... no sé... resolver el conflicto en el planeta Annwn, o algo así.
Mélanie St-Pierre y Kevin Durand interpretan a Khara y Skellig, soldados rivales clonados para seguir ciegamente las órdenes de sus superiores sin cuestionar jamás su propia ideología o individualidad; hasta que un subversivo Kumtak (algo así como un brujo informático) llamado Wydd (Lance Henriksen) y una Druida (cyborg) llamada Nascien (Summer H. Howell) los convencen de internarse en territorio prohibido donde, según la leyenda, se oculta Dannan, el dios creador de las tribus, que podría ser una entidad espiritual o una simple inteligencia artificial... si es que existe en realidad. Y no podemos olvidar a Gula (Holly), canalizadora del verbo divino cuya bendición confiere privilegios especiales a sus discípulos. Gula, por cierto, es una perrita Basset Hound (una figura recurrente en las películas de Oshii), y su bendición consiste en mover la cola o lamer al elegido. No estoy bromeando.
Aunque se me ocurre que Oshii estaba bromeando un poco, satirizando la impenetrable mitología de muchos "animes", así como los ilógicos argumentos que distinguen al género. O tal vez se perdió algo en la traducción, y me faltaron elementos culturales para comprender plenamente el simbolismo que subraya el mensaje humanista y anti-bélico de la película.
Como sea, no podría recomendar Garm Wars: The Last Druid como ciencia ficción “normal”; pero hablando estrictamente como fanático de Mamoru Oshii me pareció una experiencia interesante, quizás menos satisfactoria que sus previas cintas a pesar de su llamativa estética steampunk y elevada ambición filosófica. Ah, y con los hipnóticos acompañamientos musicales de Kenji Kawai que nos ayudan a ignorar los problemas narrativos y la torpe estructura del libreto. Creo que Gula movería el rabo más por caridad que por auténtica convicción.
Calificación: 7
IMDb
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